Y me callo
Usted se va
y, con usted, mi calma
y la poquísima razón
que tal vez me asista.
Me deja, sí,
un temor profundo
un llanto interno
que ya es diluvio en el alma.
Y se anegan los ojos
y culpo al humo
que, inocente, le sirve de coartada a estos ojos
que le quisieran proteger.
Pero le parí libre
hasta para causar mi llanto
que, infundado o no,
siempre aguarda su regreso para volver a salir
por las mismas y diferentes razones.
Usted se va.
Yo me quiebro y callo.
Porque el grito de mi angustia
sería muy elocuente.
B. Osiris B
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