Se Busca
Cada día la anciana deambula por los rincones de una estancia en la que retratos, espejos, ventanas y mobiliario están cubiertos de sábanas y polvo. De vez en cuando levanta la esquina de uno de los tendidos, como quien espera hallar a alguien debajo.
Al cuarto para las cuatro se detiene, va a la terraza donde toma una inexistente té y unas pretendidas galletas. Pasada media hora, recoge sus pensamientos vuelve a mirar el camafeo que atesoraba en el bolsillo izquierdo de su vestido camisero, único recuerdo de la bella y lúcida mujer que fue, y emprende nuevamente su búsqueda. Y se busca.
B. Osiris B.
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