Lluvia
Ven, pausadamente,
a mi tierra,
ven sin prisas y con mesura
a regar las simientes
de la luz en sus entrañas,
a lavar la faz -y el alma-
de quien en paz te espera.
Ven, que el manantial te aclama
y por ti espera el riachuelo
para dormir ahíto de tus prístinas gotas,
para renacer en ti.
Y luego, en súbito adiós,
levanta el vuelo, silente,
para que el lecho durmiente
de los ríos, en tributo, te recuerde.
B. Osiris B.
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