Escuché la llave introducirse
en la chapa de la puerta del garaje, escuché también, el rechinar característico de las bisagras oxidadas.
Luego sentí la puerta de la sala abrirse. El gato recostado en mi cama,
levantó la cabeza; miro a la puerta de mi cuarto. Hice lo mismo… y
nada. No vi a nadie entrar y saludar como siempre. Esperé un poco
pues a veces toman algo en la cocina antes de subir… Nada. Bajé y recorrí
la sala, la cocina, observé el patio, fui al cuarto de ropas. Entré al
baño. Nada.
Estoy sola. Nadie ha llegado pero igual estoy segura que alguien me visitó hace un rato.
Estoy sola. Nadie ha llegado pero igual estoy segura que alguien me visitó hace un rato.
Patricia Lara P.
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