Cuenta la historia que en algún lugar de la mancha de cuyo nombre quisiera
acordarme, vivía un magnífico hidalgo que Quijo te; se llamaba.
Cuenta también esa misma historia que el señor don Quijo Te ardió en
amor a primera vista al ver una triste lavandera que a su imaginación llegó
como una noble dama y que por nombre llevaba Dulci Nea.
Don Quijo y Dulci jamás lograron vivir su amor pues ella lo creyó loco y
él al verla como efectivamente era, apagó su pasión.
Aquel amor de novela un vientecillo
apagó. Las llamas y los ardores no eran más que algún dolor, por la mala indigestión.