domingo, 6 de noviembre de 2011

Viviendo

Un día él por fin tuvo valor suficiente para tomar su maleta y se fue para nunca más volver. Entonces él vivió y por supuesto vivió mucho. Se divirtió solo y acompañado, viajó de la misma manera y continuó creyendo que se divertía y vivía a su propio gusto y amañó. Gastó un montón de dinero pero decía que invertía en vivir y disfrutar. Y al gastar gastó no solo su dinero sino también su salud y su tranquilidad.

Al "vivir a su amaño" pensaba en ella, en la que había dejado atrás. En lo que estaría haciendo. En si sufriría por él. En si lloraría por él y en que muy seguramente lo recordaría con dolor. Pero a pesar de todo acallaba sus pensamientos con felicidad pagada y comprada y seguía su rutina de vivir la vida a su amaño y ser muy feliz.

La recordaba en las horas de desvelos, en las horas en las que bebía para olvidar y la recordaba aún más cuando se despertaba. Un día ya agotado todo... La salud, el dinero y el amor; pensó que era el momento de regresar a ella. Pensó encontrarla seguramente llena de telarañas esperándolo y con la mirada desvaída del que espera a sabiendas de que no hay regreso posible. Y claro; regresó y la encontró... renovada y feliz. Llena de risas, de sonrisas de alegrías. Todas ellas suyas, propias y compartidas con alguien que sí supo descubrir en ella el tesoro escondido; compartía con otro el caudal que siempre deseo compartir con él pero que él despreció por encontrarlo carente de valor.

Esperaba verla destruida; vacía, falta de todo. Pero la mujer que encontró era vibrante, brillante y llena de vida y se dio cuenta al fin que lo que encontró fue su propia destrucción ya que al verla feliz lloró y no tuvo otra opción que observarla vivir lo que pudo ser suyo pero desperdició en su afán de ser feliz viviendo su vida a su amaño.

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