martes, 1 de noviembre de 2011

Un hola no se le niega a nadie

Cuantas veces habré sido yo la que llega a recoger a uno de mis hijos malhumorada. Con la cara amarga, el gesto desagradable y sin ganas de saludar y darle en la mejilla el beso de buenos días, buenas tardes, buenas noches.

Cuantas veces habré mirado mis hijos con rabia y ellos a mí de la misma manera... como enemigos.

Un gesto amargo siempre recibe otro igual.

¿A dónde conduce la peleadera...? ¿A donde los malos tratos?

Es molesto recibir malas notas, malas calificaciones; quien dice que no. Pero también es terrible el mal trato, la indiferencia para con nuestra propia sangre... nuestros propios corazones... nuestros niños.

Esto lo pensé al ir a recoger a mi hija que se quedó en el colegio pues tenía que hacer recuperación de una materia. Yo observaba a las madres y padres recoger a sus niñas y me dolí al percibir que algunas veces cosas por supuesto importantes nos importan mucho más que las personas que criamos y a las que les debemos dar todo nuestro cariño y acompañamiento.

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