Se desplazan por los pasillos faltos de todo. La vitalidad parece que se les escapó del cuerpo en el mismo momento en que ingresaron como doctores, enfermeros, camilleros, vigilantes, secretarios, auxiliares y demás. Parecen fantasmas del pasado remoto-próximo y como que se deshacen, se deslíen en el tiempo y son solo sombras indolentes que transitan de un lado para el otro. Van y vienen sin realmente hacer nada, sin decir nada y casi sin mirar a los ojos de los que están a su alrededor para no ser notados y a lo mejor por eso mismo solicitados o reconvenidos; para no mostrar una gota de vida o de interés en los demás que son gentes dolientes y enfermas todas.
Son sombras que nunca tuvieron vida y si la tuvieron la olvidaron hace tiempo. O sencillamente la dejan en la entrada de la clínica aquella y la recogen al salir para vivir de nuevo.
Les cuento, ayer tuve que ir en la tarde con doña Leo a su EPS -entidad prestadora de salud- El doctor que la atendió en su casa la remitió a este sitio a pesar de que le dije que ella cuenta con una póliza de medicina prepagada. Y la diferencia e indolencia de estas gentes comparativamente hablando es total. Jamás permitiré que la vuelvan a remitir a un sitio como ese a menos que sea el único disponible. No tratan a las personas como gente ni siquiera ellos mismos se perciben de esa manera. No son gentes; son entes que creen que le están haciendo un favor a uno. ¡Y no! Esos empleados se desplazan por los pasillos o corredores como fantasmas y a lo mejor eso es lo que son.
Cariños descorazonados de ver que las personas aprenden una profesión por amor y luego terminan sencillamente esperando la quincena para recibir un sueldo y punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario