jueves, 27 de marzo de 2025

Estatus

 

Estatus 

William Ospina, en su ensayo "El canto de las sirenas" nos habla del consumismo. A mí en particular, obviamente, porque mis gustos literarios son otros, me pareció aburrido su ensayo. Pero, de alguna forma me inspiró para pensar en ello y para llegar a mis propias conclusiones.  Así que aquí va algo de lo que mi mente recreó a partir de su escrito.
Creo en mi infinita ignorancia que consumir nos llevó hasta donde estamos y que posiblemente eso mismo nos va a terminar llevando a la destrucción.
Las ganas de poseer de los seres humanos son insaciables. Queremos todo aquello que consideramos hace felices a los otros y que por lo tanto a nosotros también nos dará lo mismo. Creemos erróneamente, pienso yo. Que la felicidad debe ser un estado constante; cuando no hay nada que pueda ser eterno.
Los hombres empezaron siendo nómadas. Hasta que vieron la dificultad de ir de un lado para el otro arrastrando a niños, ancianos y también por supuesto a enfermos; así que escogieron una linda cuevita para que estuvieran protegidos mientras ellos iban a cazar y recoger alimentos.  Cada vez eran más los cavernícolas, así que una sola caverna no era suficiente, y obviamente buscaron otra, otras. Mejores, más cómodas pues ya tenían su primera experiencia. Buscaron entonces una  más grande, más ventilada la cual fue la envidia de los demás. 
Vieron la necesidad entonces de "amoblarla" y claro... La piel mas bonita, la roca, más cómoda fueron la sensación y todos las querían. Adicionalmente empezaron a construir vasijas que fueron siendo embellecidas para darse estatus, siendo entonces la envidia de los demás.
Ni hablar de las pieles para vestir, las plumas más coloridas.  Quien más tenía era más importante y por lo tanto más feliz.
Ahí creánlo o no empezó el consumismo ya que algunos se dieron a la tarea de confeccionar cosas para hacer que los otros pagaran por ellas creando brechas "sociales" cada vez más amplias.
Pasó por supuesto el tiempo y aquí estamos. Deseando todo aquello que hace felices a los otros. Hay algunas cosas que no cambian fácilmente. La crema dental "Colgate" hace parte de nuestra impronta, al igual que el jabón "Fab" por ejemplo. Es como si esos productos de siempre nos diera tranquilidad y hasta alcurnia (jajajajaja). Luego hay cosas modernas y atractivas que nos proporcionan de alguna manera "alegría" ya que en nuestro cerebro entendemos que si las usamos vamos a vernos más altos, más delgados, más jóvenes.
Con los años, los productos mágicos para evitar las arrugas, los tintes para cubrir las canas, las fajas para lucir más esbeltos se han vuelto parte importante incluso en nuestra canasta familiar.  Acudimos con más frecuencia a los gimnasios, los odontólogos hacen su agosto con diseños de sonrisa incluso algunos muy estrambóticos. Zapatillas cada vez más enormes con las cuales nos sentimos modernos y empoderados.
¡Válgame Dios! Los seres humanos no nos llenamos con nada. De la caverna grande hemos avanzado a la necesidad de tener enormes cantidades de dinero. El tío Rico se nos quedó en palotes. Todo se nos ha vuelto acumular, tener más que los otros quizá y solo quizá para que los demás sencillamente nos envidien.
¡Ah vaina!

Patricia Lara Pachón 




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