lunes, 30 de agosto de 2021

La llamé

 

La llamé


Toqué a su puerta en repetidas ocasiones.  Repiqué incesantemente a su teléfono celular y al número fijo,  justo después de que se apagara la única luz encendida en la primera planta y viera su sombra cerrar las cortinas a hurtadillas. Es la decimoquinta vez que vengo durante la cuarentena a verla porque, con todo y el riesgo es mi mejor ... No... ¡Es mi única amiga en este inhóspito país!

Varias veces grité su nombre y, no conforme con eso, le llamé a su WhatsApp, por vía wifi (el suyo, vamos, que la muy lerda usa para todo la misma contraseña). Infructuoso intento, como los otros, a pesar de que la vi en línea.  

Llamé, de verdad que lo hice, con el mayor de los esfuerzos. Que no se diga que no intenté todo lo posible. No obtuve respuesta. 

Ahora, con la casa ardiendo, puedo oír sus gritos desde dentro.  Me llama.  Invoca nuestra amistad y el tiempo que compartimos. Ahora yo no quiero responder.  Mejor me voy, nunca me gustaron las despedidas.

B. Osiris B.

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