lunes, 30 de agosto de 2021

Dolor

 Desde su ojo izquierdo descendía constantemente esa sustancia blanca-amarillenta y de olor nauseabundo.  Odiaba a todos aquellos que al acercarse a él, parpadeaban y con algo que para algunos sería imperceptible, se llevaban la mano a la nariz fingiendo que tenían escozor.

Odiaba el día en el cual aquella esquirla le destrozó el ojo y lo obligó a vivir con esa herida que no cicatrizaba.
Odiaba a los individuos que habían plantado la bomba repleta de trozos de hierro, clavos y mierda.
Habría preferido morir en ese instante. Pero la muerte le fue esquiva y la vida insufrible.
Ahora, casi siempre encerrado en aquellas cuatro paredes. No perdía la oportunidad de dañar, de causar el mayor dolor posible. 
No le importaba a quien. Lo único que quería era vivir ese instante en el cual al cercenar la vida. El dolor que sentía pasaba. Era solo un momento.  Un instante. 
¿Valía la pena? Por supuesto que lo valía.

Patricia Lara P

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