Atravesaron el puente hacia lo desconocido. La nada absoluta reinaba por doquier.
Eran ellos dos y sus pasos, el silencio lo gobernaba todo.
El miedo atenazó sus gargantas.
La piel se erizó en los brazos, el cuello y la espalda
Querían cerrar los ojos pero no era necesario.
El temor era el todo.
Patricia Lara P
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