Ayer mientras paseaba a Capitán encontramos en el piso y ya muriéndose un pajarillo. Tenía el pico torcido y se veía que había sido rechazado, quizá por su deformidad. Lo recogimos, lo llevamos a la casa, le dimos agua y lo instalamos lo más confortablemente en una caja. Anoche mismo se fue al cielo de las aves. Pero sentí que no haber muerto solito y en el frío. Sentí que había sido mejor.
Ésta mañana encontré una abeja perdida en mi casa. Se veía desorientada. La recogí, le di agua con azúcar y la vi volar libre y creo que sintiéndose mejor.
Hay formas tan sencillas de ayudar. De hacer de éste mundo un mejor lugar.
Una sonrisa transforma un día gris en uno colorido y vibrante.
Un abrazo.
Mío...
Patricia Lara Pachón
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