El grito
Se desplaza despacio por entre los puestos de la feria. Tiene algo de miedo, pero le encantan las artesanías y las observa. Compra una que otra cosa que le atrae o que según ella le inspira amor a primera vista. Esta segura que si no lo hace inmediatamente, su conciencia y la "economía" no se lo permitirá comprar luego.
Se desplaza despacio por entre los puestos de la feria. Tiene algo de miedo, pero le encantan las artesanías y las observa. Compra una que otra cosa que le atrae o que según ella le inspira amor a primera vista. Esta segura que si no lo hace inmediatamente, su conciencia y la "economía" no se lo permitirá comprar luego.
A ratos se distrae
tanto que olvida que no está allí para admirar los toldos y en ellos los
trabajos de artesanos que tanto la inspiran. Se encuentra en ese sitio
por una llamada que recibió temprano y en la que le informan que su novio la
engaña. Le dicen que estará allí; en la feria, con la "otra".
Nunca ha tenido motivos
para dudar de él, de su amor, de lo que le ofrece. Pero no sabe por qué causa
el mosquito de la duda la ha picado y no quiere empezar a sufrir por lo
mismo. Cada vez que se tarde pensará que está con la otra. Cada vez
que le informe que su trabajo lo retiene; pensará que está con la otra. Y el sufrimiento se volverá constante.
Prefiere la certeza
de que le es fiel. Él no le ha dado motivos para pensar en otra cosa.
De pronto y a boca de jarro lo observa. Él
va tan encantado que no se entera que ella está en frente suyo; no la ve.
Lleva de la mano a una mujer hermosa. La mira con la adoración con que
siempre la ha mirado a ella. Se nota enamorado. Él no la ha visto aún y ella se regodea en su
propio sufrimiento. De pronto y como al descuido, abre la boca un poco y
más y más después y fluyen libremente mil y una mariposas. Amarillas
unas, azules otras, verde esperanza unas cuantas más -pocas-, rojo enfurecido
algunas. La feria se llena de ellas que revolotean y se posan sobre
algunas personas y cosas.
Por fin cierra la boca. Ya libre ella de aquel revolotear en el
abdomen sigue su camino comprando cosas. Ni una lágrima resbalará por sus
mejillas en adelante, ni un reclamo saldrá de sus labios. Se siente
liberada de aquel amor que la llenaba toda. Ella sonríe.
Patricia Lara P.
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