viernes, 4 de marzo de 2016

El grito



El grito

Se desplaza despacio por entre los puestos de la feria.  Tiene algo de miedo, pero le encantan las artesanías y las observa.  Compra una que otra cosa que le atrae o que según ella le inspira amor a primera vista.  Esta segura que si no lo hace inmediatamente, su conciencia y la "economía" no se lo permitirá comprar luego. 
A ratos se distrae tanto que olvida que no está allí para admirar los toldos y en ellos los trabajos de artesanos que tanto la inspiran.  Se encuentra en ese sitio por una llamada que recibió temprano y en la que le informan que su novio la engaña.  Le dicen que estará allí; en la feria,  con la "otra". 
Nunca ha tenido motivos para dudar de él, de su amor, de lo que le ofrece.  Pero no sabe por qué causa el mosquito de la duda la ha picado y no quiere empezar a sufrir por lo mismo.  Cada vez que se tarde pensará que está con la otra.  Cada vez que le informe que su trabajo lo retiene; pensará que está con la otra.  Y el sufrimiento se volverá constante.
Prefiere la certeza de que le es fiel. Él no le ha dado motivos para pensar en otra cosa.  De pronto y a boca de jarro lo observa.  Él va tan encantado que no se entera que ella está en frente suyo; no la ve.  Lleva de la mano a una mujer hermosa.  La mira con la adoración con que siempre la ha mirado a ella.  Se nota enamorado.  Él no la ha visto aún y ella se regodea en su propio sufrimiento.  De pronto y como al descuido, abre la boca un poco y más y más después y fluyen libremente mil y una mariposas.  Amarillas unas, azules otras, verde esperanza unas cuantas más -pocas-, rojo enfurecido algunas.  La feria se llena de ellas que revolotean y se posan sobre algunas personas y cosas.
Por fin cierra la boca.  Ya libre ella de aquel revolotear en el abdomen sigue su camino comprando cosas.  Ni una lágrima resbalará por sus mejillas en adelante, ni un reclamo saldrá de sus labios.  Se siente liberada de aquel amor que la llenaba toda. Ella sonríe.
Patricia Lara P.

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