Hay una hora para
todo
Despertaba y luego de estar con los ojos cerrados escuchando al mundo, lograba dormir de nuevo. El duermevela no la dejaba descansar plenamente pero era mejor que no dormir nada en absoluto.
Despertaba y luego de estar con los ojos cerrados escuchando al mundo, lograba dormir de nuevo. El duermevela no la dejaba descansar plenamente pero era mejor que no dormir nada en absoluto.
Todos los sonidos
se magnificaban, así que a veces se levantaba de la cama como una sombra y
deambulaba por la casa. Cuando era una jovencita tenía miedo de
todo. Ahora ella sentía que los
"otros" debían tener cuidado de ella pues al caminar, las sombras se
apartaban dejándole como un corredor de sombras. Iba a la cocina y miraba
por la ventana el patio. Se asombraba de la oscuridad interna y de la luminosidad
tan brillante que adornaba los árboles, las rosas y hasta uno que otro gato que
jugueteaba en el muro de enfrente.
Miró al cielo y
unas estrellas enormes titilaban en lo alto, la luna no se apreciaba desde
donde ella estaba pero con seguridad llenaba de luz el patio y todo lo que ella
miraba.
Al cabo de un buen rato de continuar parada, observándolo todo, la obscuridad se cerró de golpe. Esperó unos minutos pues como todos sabemos, antes de amanecer la obscuridad de apropia de la noche, la hace suya.
Al cabo de un buen rato de continuar parada, observándolo todo, la obscuridad se cerró de golpe. Esperó unos minutos pues como todos sabemos, antes de amanecer la obscuridad de apropia de la noche, la hace suya.
Miró el reloj que
brillaba en el microondas y faltaban tan sólo dos minutos para las seis.
Antes pensaba regresar a la cama, calentar de nuevo el cuerpo que ahora helado;
luego tibio, le permitiría lograr un sueño reposado. Pero no. Había
que retomar la vida, el ritmo de las cosas. Ducharse y empezar un nuevo
día cargado de esperanzas.
A pesar de que el
dicho reza: “Todo tiempo pasado fue mejor", ella no lo cree de esa manera,
no lo ha podido creer nunca. Así que siempre espera cosas buenas.
Se desplaza de nuevo, la luz también
lo ha hecho y de la oscuridad no queda más que el recuerdo. La noche se
ha ido a dormir por los rincones y ahora plácidamente dejará transcurrir el
día.
Patricia Lara P.
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