sábado, 31 de enero de 2015
viernes, 30 de enero de 2015
Como que me espantaron
Escuché la llave introducirse
en la chapa de la puerta del garaje, escuché también, el rechinar característico de las bisagras oxidadas.
Luego sentí la puerta de la sala abrirse. El gato recostado en mi cama,
levantó la cabeza; miro a la puerta de mi cuarto. Hice lo mismo… y
nada. No vi a nadie entrar y saludar como siempre. Esperé un poco
pues a veces toman algo en la cocina antes de subir… Nada. Bajé y recorrí
la sala, la cocina, observé el patio, fui al cuarto de ropas. Entré al
baño. Nada.
Estoy sola. Nadie ha llegado pero igual estoy segura que alguien me visitó hace un rato.
Estoy sola. Nadie ha llegado pero igual estoy segura que alguien me visitó hace un rato.
Patricia Lara P.
Frases que se me ocurren
“Cada
vez que pierdes la calma y gritas o insultas, estás hiriendo un alma”
“Uno no debe decir:
"usted sabe cómo es" sino; "usted sabe cómo le he contado que
es"”
“Trato
de ser la mejor persona que puedo ser... eso de todas formas no me hace buena”
“Cada
persona que nos conoce nos describirá desde su propia percepción. Aquellos que
nos quieren nos harán ver bien a los ojos del mundo. Ni hablar, qué dirán de
nosotros quienes no nos quieren. (Para no hablar de odios, por supuesto)”
“Casi
todas las conductas absurdas surgen de imitar a alguien a quien no nos
parecemos”
“A
mí los pajaritos también me cuentan cosas”
"A
veces uno quisiera ser caníbal. No tanto por el placer de devorar a alguien,
sino por el de vomitarlo"
Patricia
Lara P.
Cosas que pasan
Durante
toda mi infancia y parte de mi juventud me mordí las uñas. Me avergonzaba
sobre manera ese hábito; que mostraba de mí, inseguridad extrema, falta de amor
propio y ajeno y no sé qué otras cosas más. Siempre estaba bellamente vestida y
hasta maquillada; despeinada eso sí, pero hermosa. Ese defecto o efecto
de vida me apenaba mucho. Trataba constantemente de ocultar mis manos y
si alguien preguntaba por qué lo hacía, el rubor poblaba mis mejillas llegando incluso
hasta las orejas.
Un día cualquiera tomé la decisión perentoria y fulminante y empecé a hacer consciente esa actitud tan molesta. Eso entonces me permitió dejar el "vicio" y mis dedos largos por fin pudieron ser mostrados.
El año pasado empezaron algunos problemas familiares que trajeron a mi vida la niña insegura y asustada. Y el hábito odiado regresó. Me lastime los dedos y con ellos la autoestima.
Un día cualquiera tomé la decisión perentoria y fulminante y empecé a hacer consciente esa actitud tan molesta. Eso entonces me permitió dejar el "vicio" y mis dedos largos por fin pudieron ser mostrados.
El año pasado empezaron algunos problemas familiares que trajeron a mi vida la niña insegura y asustada. Y el hábito odiado regresó. Me lastime los dedos y con ellos la autoestima.
Miraba
mis manos y regresaba la niña de ojos tristes, que se sentaba en algún sitio
oculto de la casa a morderse los dedos.
Estuve y aún estoy triste, pero al hacer consciente de nuevo, la situación; regresa la mujer que lucha, la que se enfrenta a la vida, la que a pesar de todo intenta siempre ser mejor, ser feliz.
Estuve y aún estoy triste, pero al hacer consciente de nuevo, la situación; regresa la mujer que lucha, la que se enfrenta a la vida, la que a pesar de todo intenta siempre ser mejor, ser feliz.
Mis
manos vuelven a estar cuidadas y la sonrisa retorna. La vida puede ser y será lo que uno quiera.
Patricia
Lara P.
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