Gorda y
lustrosa
saltaba en
el pellejo
del pobre
animal
la pulga
golosa.
Extraía de
su víctima
la vida
para ella tan querida
y entre
sorbo y sorbo
y salto y
salto
robaba lo
que el otro requería
para poder
seguir
viviendo
su vida.
No se
preocupaba
De su
futuro incierto
ni
siquiera sospechaba
que al
morir el pobre can
la vida de
ella
se acababa
sin remedio
pues
muerto el perro
se acababa
la chanda.
Un sujeto
que por allí pasaba
Al ver el
pobre bicho
Casi huesos
y pellejo
Lo llevó a
su casa
Con amor
lo cuidó
Lo llenó
de cremas y potajes
Y por
último anti pulgas
El aplicó.
Ahora la
flaca, enclenque
Y desvalida
es la pulga criminal
Que ahora
si se pregunta
Porqué la
tratan tan mal.
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