sábado, 2 de junio de 2012

Dos rosas


Un día vi un par de rosas y me hicieron pensar en la amistad que nos une así que compartí la foto contigo y decidiste que con una secuencia fotográfica lograríamos escribir una historia.
Aquí va la mía.

Aquellas rosas estaban unidas por un tallo del que salían dos  tallos más; uno para cada una -siamesas parecían- , se veían y hablaban y reían y lloraban sus penas a veces pero eran más las veces que se distraían viendo volar las aves, observando como las pequeñas abejas se acercaban a sus corazones abiertos y extraían de ellos la miel o miraban al cielo en silencio mientras la una pensaba pensamientos y la otra imaginaba  poesía.
La rosa "Osirosa" y la rosa "Patrosa" esos eran sus nombres de pila.  Fueron bonitos botones amarillos y luego al crecer mostraron infinidad de colores desde el amarillo al rojo pasando por otros tantos brillantes y vibrantes.  Osirosa se abrió perfectamente al sol mientras Patrosa se conservó en botón hermoso igual pero negándose a madurar plenamente.  Es que ella era tan, pero tan vanidosa que siempre se dijo que moriría joven y perfectamente hermosa, así que aun cuando pasara el tiempo ella siempre se sentía jovencita y como tal se comportaba.
Ambas reían a carcajadas y contaban chistes y le pedían a Dios por la salvación del mundo, por que la gente fuera más buena, por que nadie pasara hambre ni afugias.  Ambas en las noches miraban las estrellas y admiraban la creación y se recreaban ante tanta belleza.  Ambas escribían historias para contárselas luego a grandes y chicos y ambas de nuevo conversaban y reían a carcajadas, de los tallos de ambas surgieron brotes verdes y hermosos que luego se convertirían en nuevas rosas.
La vida las fue llevando por diferentes caminos pero unidas siempre por el tallo mayor se reencontraban a veces y hablaban.  No notaban realmente el paso del tiempo hasta que un día un ruiseñor que por allí pasaba las señaló con el pico y sorprendido dijo: “Tán tosta’s”.  No le prestaron atención pero la frase incomprensible al principio se aclaró en el momento en el cual por fin se miraron con los ojos y no con el corazón.
Osirosa y Patrosa eran un par de rosas secas, tostadas por las inclemencias del sol y de la vida pero hermosas aun y con un color tal que no podrían pasar desapercibidas jamás.  Ellas nunca notaron el paso del tiempo, de la vida hasta el momento y hora en que alguien más lo hizo.
De esa manera ahí están ellas dos.  Ellas embellecen el ambiente, perfuman el aire y aun ríen y lloran a carcajadas en ese hermoso jardín en el cual Dios las depositó.

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