miércoles, 27 de junio de 2012

Cincuenta


Me he estado cuestionando.  Tengo cuarenta y ocho y en unos pocos meses serán cuarenta y nueve y en un año larguito serán cincuenta.  Cincuenta años.
Sí... suena a mucho y a largo y a madurez rayando en lo que eso conlleva o conduce; vejez.  Bueno, no la vejez que a los cincuenta vivieron los abuelos; incluso no a la de nuestros padres.  Pero si a la temida vejez a la que no quiere llegar nadie pero que irremediablemente llega a menos que uno se muera antes por una enfermedad, un accidente o por la falta de ganas de vivir que lo conduce a uno a tomar algo, arrojarse de algún lugar o dispararse con algún tipo de arma.
Y bueno es que me he estado cuestionando porque a pesar de haber sido hermosa -aun lo soy por cierto- los años son terribles y lo llenan a uno de canas, de arrugas de manchas múltiples y multicolores.  Lo llenan también de grasas mal depositadas y cicatrices varias visibles a la vista y no visibles también pero no por ello menos reales y dolorosas en las noches de luna llena o amaneceres tormentosos.
Me pregunté y también les pregunté a los amigos qué cosas debería uno hacer antes de cumplir los cincuenta años y fueron muchas y variadas las respuestas.
         Viajar a donde yo desee ir. 
        Vivir sin prejuicios.
        Irse de mochilero a Europa.
        Practicar algún deporte extremo.
        Aprender la danza del vientre.
        Nadar con delfines.
        Viajar en globo.
        Etc, etc.
Yo miraba y miro la lista y no sé si esto es realmente importante o si siquiera tengo ganas de hacer algo como eso.  Y no es que no sean cosas importantes o disfrutables.  Es sencilla y llanamente que no son las cosas con las que yo sueño o he soñado.
Pienso hoy por hoy que estoy en mora de hacer cosas reales por personas reales.  No es que mi familia no sea real e importante, es que uno cumple una misión y creo que la mía esta casi totalmente finalizada.  Creo que he hecho de ese par de criaturas que Dios me encomendó seres humanos de bien.  Personas que les servirán a Dios y a los hombres de la mejor manera posible.  Seres humanos de bien que igual que hice yo en su momento intentaran ser felices a pesar de todo y de todos.  De corazón espero que lo logren.  Sé que la felicidad no es total ni constante, sé que hay momentos de oscuridad casi total y otros de felicidad tal que encandila.  Y deseo para ellos mis hijos adorados más de los segundos que de los primeros.
Así que sigo en la cuestionadera, en la pensadera. 
Siempre desee hacer algún tipo de obra social, ayudar a las personas más necesitadas, incluso hace muchos pero muchos años cruzó por mi mente la idea de hacerme religiosa.  La vida no me condujo por ese camino pero igual sin ser monja hay muchas cosas que sé que puedo hacer para ayudar mujeres, niños o ancianos.  Los hombres; como género no es que necesiten mucha  ayuda.  Ellos bien saben vivir sus vidas sin pensarlas en demasía.
Cincuenta años y a lo mejor he vivido suficientemente bien como para sentirme orgullosa de mí misma.  O no he vivido nada y he desperdiciado mi vida.  En qué momento me daré cuenta que hice algo valioso, válido, valiente; algo que me haga inmortal a los ojos del resto del mundo o por lo menos ante los propios ojos míos.
Es que tener hijos y criarlos bien o lo mejor posible no es una gran hazaña, pues muchas mujeres lo lograron incluso solas.
Cincuenta años y siento el remolino que me envuelve, me succiona me arrastra al fondo y veo mientras giro el cielo azul, una que otra nube que flota, un par de aves que cruzan el cielo con o sin rumbo e intuyo la sonrisa de Dios y no se si es una sonrisa de amor y bienvenida o sencillamente de sorna el ver que me dio todo y que a pesar de eso, no hice todo.
Cincuenta años y aquí estoy sola… completamente sola y cuestionándome.

Patricia Lara

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