jueves, 23 de junio de 2011

Envenena

Y era tanto el odio que él le tenía

que cada día

le daba un beso cargado de veneno

le fue con el

agriando el carácter.

Le fue cambiando el rictus de los labios

de estar erguida, altiva

pasó a encorvarse.

Perdió entonces el brillo en los ojos

y en los labios.

Se fue secando lentamente

y un día;

se rompió en mil pedazos.

Quedó esparcida al viento

acariciando almas

como lo hizo siempre.

Un brillo aquí y allí

dejaba una sonrisa en unos labios,

un susurro ponía pensamientos

alegres en las mentes,

una caricia del viento

alegraba las almas.

Ella siguió brillando siempre

y derramando amor.

El veneno envenena

no cabe duda.

Pero envenena más

al que lo porta.

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