jueves, 2 de junio de 2011

Duele

Ella no logró entender porqué si puso todo de su parte nunca fue suficiente para él. Lo cuidó, lo amó, lo protegió incluso de él y de ella misma. Pero no fue bastante.

Siempre vio en sus ojos el deseo por las otras. No de la otra, de todas y de ninguna en especial. Ellas tenían algo que lo atraía como las llamas incitan, excitan a los insectos nocturnos, que mueren quemados en la hoguera.

Era triste y doloroso pero sí algo la consolaba -en parte- era saber con plena seguridad que la amaba a pesar de todo. Su incapacidad de dejar pasar una aventura no significaba que no la amara. A su triste y doloroso modo pero la amaba. No quería dejarla y tampoco que lo dejara. Deseaba conservarla, pues sentía que la vida sin ella sería vacía, apagada.

Ella no lo entendía y quizás jamás lograría entenderlo ya que él apagaba con esos comportamientos el brillo de su mirada, la sonrisa en sus labios y el deseo de vivir. Ya que entonces ella no deseaba nada.

A veces, ver las caras de admiración de otros hombres la alegraba instantes pero eran destellos que poco duraban pues no era lo que ella deseaba. Ella lo que más quería era la admiración de quien le importaba. Por supuesto él.

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