jueves, 19 de octubre de 2023

7777

Llegaron al pueblo movidos por la curiosidad. Al parecer lo habían construido sus habitantes por nostalgia. Era una muy hermosa imitación estilo Hollywood. Vivian personas muy acaudaladas, entradas en años y con ganas de retirarse al mejor lugar del mundo.

Conociendo esta historia decidieron ir a conocerlo. Temieron, eso sí, que no les permitieran el acceso, igual decidieron intentarlo. Finalmente si no les permitieran entrar podrían desandar el camino e ir a otro sitio. Igual estaban paseando y conociendo.
Bueno. Curiosamente nadie los detuvo, no se veía ni un alma y solo una calle amplia y larga les indicaba el camino a seguir. 
De pronto una línea blanca, brillante; como acabada de trazar se les interpuso. Bueno, era solo un decir, ya que lo único que debían hacer para "superarla" era dar el siguiente paso.
Y claro, eso fue lo que hicieron. De la nada les cayeron encima los confetis y globos. Y una campana acompañada de un numero, casi los ensordeció : 7.777 (siete mil setecientos setenta y siete).
De la misma sorprendente manera el camino se llenó de gentes. Alegres, sonrientes y bulliciosos que les abrazaban y palmeaban la espalda dichosos.
Al parecer eran los felices ganadores de una de las maravillosas casas del pueblo. Los llevaron frente a la puerta, les entregaron las llaves y los dejaron entrar. 
Era una maravillosa construcción que tenía todas aquellas cosas que siempre soñaron. 
Una terracita al lado de la cocina con vista al río. Dos alcobas amplias, una sala enorme, dos baños perfectamente dotados.
Era un sueño hecho realidad. ¿Qué podría salir mal en adelante? 
Obviamente nada. Bueno, si nada se podía llamar haber quedado atrapados en el tiempo y el espacio.
Lo conocido sería solo un sueño.
El paraíso se había ¿apoderado? de ellos.

Patricia Lara

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