Llanto
Casi nunca lloro
por dolor o tristeza.
Otra cosa sucede
con las lágrimas del sueño o del hambre.
Un bostezo me convierte los ojos en mares
Salados, tibios y sin sentires,
sin pensares, pesares o duelos.
Patricia Lara Pachón
Las margaritas de Octavio Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochent...
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