Veintisiete
Y le metió veintisiete perdigones en el cuerpo.
El disparo a quemarropa lo perforó veintisiete veces
Todas al mismo tiempo
Sólo sintió el ardor de la quemadura
Jamás la penetración de todos ellos
Sintió eso sí
Que la vida se le escapaba
Primero por la boca
En un suspiro audible
Y luego de los ojos
Dejándolos vacíos.
Él nunca sospechó
Que ese día sería su último día.
Patricia Lara Pachón
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