miércoles, 8 de mayo de 2024

Veo

 

Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y su bendición pronta. Veo la sala alcoba en la que gozo del rincón de su cama. Veo el comedor solitario casi siempre pues comíamos en cualquier lugar que nos gustara. Veo el fogón de leña, las ollas cargadas de hollín, conteniendo la comida mas deliciosa de la historia.  Veo -siento- el calor en el pecho y la alegría de sentirme amada y cuidada por ella, por mi abuelita... siempre... (incluso hoy).

Patricia Lara P.

Los muertos

 Los muertos 


Los muertos tienen ese vicio de no irse del todo. Aparecen de pronto gracias a un olor, a un lugar, a un color, a un alma similar.
Los vemos en los ojos de extraños o cercanos. Un cuerpo que se aleja es el de él, el de ellos.
Mientras los recordemos y nunca dejaremos de hacerlo. Ellos estaran ahí.
Alegrando, acompañando, aconsejando, doliendo.
Los muertos tienen el vicio de la vida. Les encanta vivir. Ahí en nuestra mente... En nuestros corazones.

Patricia Lara P

Dejándome sorprender

 

Durante mucho tiempo hablé muy poco o nada con la gran mayoría de personas.  Me sentí casi siempre fuera de lugar.  Me dediqué a leer y a vivir las vidas de todos esos personajes de los libros.

La gente no me interesaba. Los temas superfluos menos.
Viví una vida interior profunda. Pero a la vez ingenua. Uno a éste mundo no vino a vivir sólo.
Casi nadie me interesaba. Fuí a la escuela, al colegio, a la universidad y si tuve un "amigo" en cada escenario fue mucho.
Hoy por hoy estoy tratando de abrirme, de dejarme sorprender por el mundo y por sus gentes.
Ahí voy. He conocido personas de toda clase, y cada uno en su "interioridad" es diferente. Me he dado cuenta que nadie es completamente bueno o malo.
Qué no me gusta... Tener que escuchar a algunas personas hablar a las espaldas de los otros. Y no ser capaz de decirle a la gente en su cara lo que le molesta.
Cuantas cosas se solucionarían si dejáramos las máscaras y llamáramos al pan, pan.

Patricia Lara P

Aquella que en el espejo le sonreía

 

Entró al baño. Con no poco asombro vio aquella anciana que le sonreía.  Respondió igual con otra sonrisa y además voleó la mano. La mujer al frente también lo hizo. Se sintió entonces en confianza y empezó a contarle su día. Habló de sus hijos, de su esposo. La otra mujer era igual de locuaz y también hablaba y sonreía con picardía. 

Al cabo un rato una carcajada salió del baño. 
Le preguntamos con quien hablaba y dijo que con una señora en la ventana. Nos acercamos a verla y ella cándidamente nos señaló el espejo.

Patricia Lara P

La Luna


Pensaba que estaba sola pero la luna me observa. Así como al descuido se cuela por la ventana. No me quita su luz de encima. Quiere saberlo todo de mi. Quiere reconocerme. Meterse en cada uno de mis pensamientos y quizá entenderme. Seguro no lo logra. No yo misma lo hago.


Patricia Lara P

Ignorar no es un delito

 Ignorar no es un delito, ni siquiera una contravención. Lo malo es no tener intención de aprender. De aclarar ideas. De tan siquiera cuestionarse algo... O todo.

No porque yo piense deferente soy ni bruta ni ignorante. Solo soy una persona que no piensa como usted o como aquel otro.  Porque sencillamente nuestras vidas han sido diferentes. No hemos leído lo mismo, estudiamos cosas diferentes y tampoco nos gustan las mismas cosas.
El respeto al otro pasa por el respeto personal. A mi nadie me tiene que entender , nadie me tiene que querer. A mi se me debe respetar por el solo hecho de ser.

Patricia Lara P

Me miraba

 Me miraba

Con esa mirada profunda de los viejos
Con palabras que quería decir
Y yo silente retiraba mi mirada
Es que no sabía que decir
No tenía que decir
O al menos eso pensaba
Debí dar gracias
Debí pedir perdón por tanta ausencia 
Debí 
Hoy la recuerdo 
Me veo siendo ella
Mirando y deseando decir
Y al mismo tiempo
No querer, no poder, saber...
Que decir.

Patricia Lara P

Mi primer recuerdo


Estoy sentada sobre una piedra frente a la casa de la finca a la que acabamos de llegar. Todo sucede muy rápido. Nace mi hermanita. Una niña muy chiquita que me quita la atención de mamá. Nos vamos a vivir a una casa fea, lejos de todo. En las casas a los lados hay gente desconocida. Me dan mucho miedo. Nos miran raro.

Una noche, me despierto entre agua y piedras. Todo el mundo grita. No se que hacer mas que agarrarme de lo que encuentro. Estoy muy asustada. Mamá me agarra de la mano y me jala. Me saca a un morro y le dice a mi hermano Jaime que me cuide. Que no se mueva de allá. Ella vuelve con Octavio, mi segundo hermano mayor. 
La gente grita que va a haber un nuevo derrumbe. 
Mamá me carga y agarra a mis hermanos. Corre a la carretera. Ahí gritando, para un Jeep. Les pregunta al conductor y a sus pasajeros si conocen a Alberto Lara. Ellos dicen que sí. Ella nos entrega a esos desconocidos y les dice que le digan a papá que ella se quedó buscando la otra niña.
Esas personas agarran también a mi mamá y la suben al carro. La llevan obligada mientras ella grita muy asustada. Llegamos al hospital, nos atienden. 
Luego llega papá y le dice cosas a mamá. La culpa de todo.  Ella le insiste que necesita ir a buscar la niña.
Pasan los días y nos llevan a mamá, a mis hermanos y a mi a una casa. Una señora pelea con papá, con mamá. Les suplica que se separen, que no le acaben su hogar.
Después estoy ahí, sentada en esa piedra como en el cuadro de la niguatera. Poniendo babas en un dedito y limpiando las suelas de mis chanclitas nuevas. Me tienen encantada los paticos que están dibujados ahí. 
Es la primera cosa hermosa que tengo, y tengo muy poquitas cosas.
Es que después de esa noche de gritos y de tanto frio no nos quedó nada.
¿Mi hermanita? No. De ella no se supo nada.

Patricia Lara P

Lucho

 Lucho


Intento escribir algo
aunque la dejadez me desborda
Me llena como una gota constante llenaría un vaso
y lo desbordaría;
al parecer, lentamente 
Después rauda.
Lucho
La impavidez me domina
no me permite mover ni uno solo de mis dedos
Menos aun ésta mente que decae
Que quiere construirse pero que en realidad se destruye.
Lucho, una lucha denodada es lo que creo.
Los demás me ven... Estática.


Patricia Lara P

Caretas

Por algún motivo que aun no entiendo uno no puede ser siempre como en realidad uno es. Y no es porque prefiera usar una careta. Es mas bien, para no molestar a los otros. Con los hijos pasa mucho. Uno siente que se apenan por un comportamiento o por otro. Asi que, o se guarda silencio o se convierte uno en quien en realidad uno no es.

A lo mejor no es claro lo que digo pero, yo me entiendo.

Patricia Lara P

jueves, 4 de abril de 2024

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio

 Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de bautismo.  Me acuerdo que sentí como si fueran a enterrar a una parte importante de mí.

Me acuerdo del llanto estridente de la madre, de las letanías de los vecinos.

Me acuerdo que no quise mirar adentro de esa cajita blanca, que no solo contenía el cadaver de la niña sino también mis preciosas posesiones terrenales.

Me acuerdo como si fuera hoy de mi desazón y mi tristeza, no por la muerte de la pequeña, sino por la pérdida de mis zapatos blancos.

Me acuerdo (I)

 

Me acuerdo... Como si fuera hoy el día que papá nos llevó con su esposa. Ella nos miró con dolor, con asombro, con un poco de ternura y con mucha lástima.

Me acuerdo que papá entre asustado y avergonzado le pidió que nos ayudara. No a él, que no merecía nada. A nosotros que estábamos aterrados por lo que nos había tocado vivir.

Me acuerdo que mamá estaba a veces alelada y otras gritaba histérica... ¡La niña! ¡Tengo que rescatar a la niña! ¡Tengo que sacarla del lodo! ¡La escucho llorar de frío, de hambre, de miedo!

Me acuerdo escuchar a la esposa de papá gritarle a él, suplicarle a mamá que lo dejara. Rogar para que ambos le respetaran su hogar. Y que a pesar de todo eso... Nos cuidara. Con dolor, con tristeza, con rabia , pero sobre todo con lástima.

Me acuerdo después de salir de allí no volver a saber nada de ella, y olvidarla.


Patricia Lara P

Lloré a cántaros

 

Lloré, lloré a cántaros. Fue como un aguacero, ese del que habla mi abuela. El de mayo. Yo no se que quiere decir eso. Pero siento que así fue que lloré. Allí vuelta un nudito, tratando de hacerme pequeñita de nuevo. Cuando sentía que mamá me quería. Hoy por hoy, no es así. Ella nos manda a la casa de la abuela a mis dos hermanos mayores y a mí. Siento que ya no me quiere, que ya no, nos quiere y por eso sin decir nada, nos sube al bus. Lloro, chupándome el dedo pues me tranquiliza. Me siento menos sola, sabe a miel y a leche.

Mi tía no me obliga pero tampoco se preocupa por mi y por mi hambre.  Y no es siquiera hambre. Es que necesito saber que alguien me quiere. 
Lloro, lloro a cantaros acurrucada, haciéndome mas pequeñita, chupándome el dedo y esperando que al fin alguien por fin me quiera.

Patricia Lara P

Mundos paralelos


Esto de los mundos paralelos me desconcierta. Pensaba inicialmente que al mismo tiempo, pero en espacios diferentes vivía cada uno de nosotros. Historias de vida que se iban abriendo de formas diferentes pues cada camino conduce a otro igual de insospechado.

Hoy, curiosamente. Después del viaje de retorno a mi hogar tuve un mareo muy fuerte que además duró muchos minutos. Tuve que agarrarme de la pared, abrir y cerrar fuertemente los ojos y respirar profundo.
Tuve miedo. Pensé que había muerto.  Me había muerto en algún momento que mi vida había terminado abruptamente en uno de esos mundos paralelos pero había continuado en éste.
Obviamente la vida continuaría en los otros tantos mundos sin mí. ¿En cuantos más conmigo?
Para que les miento. El mareo estuvo muy fuerte y mi cabeza se llenó de pensamientos.

Patricia Lara P

Muerta


 Una mañana cualquiera me desperté y estaba muerta. ¿Se preguntaran como fue que lo supe? Pues muy sencillo. Estaba rígida y helada, tenía las manos plácidamente posadas sobre el pecho. Mi cuerpo había sido introducido en un cajón de mi tamaño. Recubierto primorosamente con encajes y satín. -Nunca había estado ataviada tan elegantemente en la vida-. Bueno... La gente que nos "ama" nos despide de la mejor manera posible. ¿Remordimiento? ¿Felicidad por la partida? Vaya uno a saber.

Lo cierto del caso es que ahí metida en mi precioso féretro es que me di cuenta. Había muerto. No supe cómo, pero ya se disponían a llevarme a cremación. Uy... Sentí un no se qué no se dónde. ¿Me iba a doler mucho? A lo mejor empezaría a gritar tan pronto el fuego acariciara mi piel. Ah bárbaro. Habría sido mejor no darme cuenta y convertirme entonces en una de las tantas almas en pena que pueblan éste valle de lágrimas.

Patricia Lara P

Amanece

 Amanece

La tibieza de la mañana me acaricia
La lluvia de agua tibia limpia mi cuerpo y mi alma
El aromático café me lleva por mil senderos
La abuela me mira desde arriba -desde adentro-
El dia se desliza 
Y yo aquí y allí
Adentro y afuera
Siendo sin ser
Flotante.

Patricia Lara P

domingo, 17 de marzo de 2024

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan


Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra trato de usarla poco también.
Aquí voy... Con las cosas que no me gustan.
No me gusta ir al baño y encontrar que no hay papel higiénico o que habiendo lo pusieron en la forma incorrecta.
No me gusta la toalla mojada y ensurullada y agarrando mal olor.
No me gusta encontrar las ollas destapadas.
No me gusta la acumulación de mis zapatos al lado de mi cama.
No me gusta, dejar destendida la cama.
La impuntualidad me molesta demasiado.
Las luces encendidas sin motivo aparente.
No encontrar las llaves o la billetera en mi propio bolso.
Esperar me llena de rabia.
Que mi hijo use la lavadora y la llene como si no hubiera un mañana.
Que mis hijos no me feliciten el día de la madre o en mi cumpleaños (al menos) un regalito seria mejor.
Tener que buscar las cosas que otros "ordenaron"
Me da ira que Capitán marque territorio en la casa.
Que haya tanta gente y tan constantemente que Bastián sufre y se esconde toodo el día.
Que dejen la puerta abierta y no estén pendientes de Borges.
Que no haya algo para saciar la sed cuando yo preparé muchos litros de bebidas frescas.
Y ya mejor no sigo, que la lista está larga y me estoy molestando.


Patricia Lara P

Llorar y sorber mocos

 Llorar y sorber mocos


Puedo contar en los dedos de una mano las veces que recuerdo haber llorado, pero en estos momentos voy a permitir que la niña que fui, recuerde como fue esa primera vez.
Mamá nos mandaba para Arauca. Un pueblo de Caldas a orillas del rio Cauca. Al día siguiente de mis hermanos haber salido a vacaciones, nos subía ella al bus de Ventura. Era horrible la sensación en mi barriguita al llegar a mi nariz el olor horrendo de la gasolina. Vomitaba todo el camino pero no salía de mi boca ni una queja.
Ya en el pueblo, recorríamos mis dos hermanos mayores y yo una calle polvorienta que nos llevaba a una escaleras sucias y de peldaños altos y bajos a los que había que tenerles mucho miedo. No por nada ya tenía una cicatriz en mi frente. Después cruzábamos agarrados de las manos, como si ellas fueran mis tablas de salvación otra calle empedrada, luego las vías del tren, la cancha de fútbol, un corredor de tierra con matas a lado y lado y al fondo, por fin la casa de la abuela. Un recorrido de 5 minutos, para nosotros niños tan pequeños era una gran travesía a la que nos acostumbramos.
La abuela María la O nos recibía cariñosa. Una sonrisa leve nos hacía sentir seguros.
Yo dormí siempre al rincón de la abuela.
Ella una mujer curtida por la vida tenía que salir a conseguir no solo su comida sino la de sus propios hijos y en vacaciones también la de nosotros sus nietos.
He dado muchas vueltas para por fin contar de aquel día en el cual vuelta un ovillo, llorando en silencio pero a mares mientras me chupaba el dedo gordo de la mano derecha, reclamando a mi abuela, no a mi mamá, sino a mi abuela, porque sabía que ella con amor me daría a comer otra cosa que no fuera esa horrible sopa de pescado. Ya desde muy chiquita el asco que el pescado me produce me impedía siquiera pensar en probar esa sopita.
Creo que se expresó la mujer de hoy y no la niña.
Ahí disculpan.

Patricia Lara P

Es el fin del mundo

 Es el fin del mundo

sin que en realidad se acabe el mundo.
No para todas las personas
solo para unos pocos
o muchos.
El mundo como tal
el de cada uno
es personal e intransferible.
Una avalancha, un tornado,
un deslizamiento de tierra,
un accidente aéreo o automovilístico.
Resbalar en la ducha,
caerse de la cama.
Y es el fin del mundo... 
Sin ser el fin del mundo.

Patricia Lara P

Llenas de miedo

 

Recuerdo cuando me despertaba en la madrugada llena de miedos, por los terrores nocturnos con los que crecí. Pidiéndole a Dios y a todos los santos que un gallo cantara para que espantara  a todos los espíritus que en las noches poblaban la tierra. Uff... Menos mal que los terrores pasaron pues ya las aves de corral no son frecuentes en las ciudades. ¡Válgame Dios! ¿Los espíritus ya no descansan? ¿Están de día y de noche de aquí para allí? … Penando...

Yo aquí como todos los días... Pensando pensamientos pensantes de esos que no salvan ni tan siquiera un poco este mundo adolorido. Hmmm.

Patricia Lara P

Fuera de contexto

  Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos....