Entró al baño. Con no poco asombro vio aquella anciana que le sonreía. Respondió igual con otra sonrisa y además voleó la mano. La mujer al frente también lo hizo. Se sintió entonces en confianza y empezó a contarle su día. Habló de sus hijos, de su esposo. La otra mujer era igual de locuaz y también hablaba y sonreía con picardía.
Al cabo un rato una carcajada salió del baño.
Le preguntamos con quien hablaba y dijo que con una señora en la ventana. Nos acercamos a verla y ella cándidamente nos señaló el espejo.
Patricia Lara P
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