Me quiere, no me quiere.
Desojé a la Margarita. Le pregunté si me querías. ¡Mira que insistí para que me dijera la verdad! Y allí, en medio del jardín, aún con los cuencos vacíos y su cara sangrante, se atrevió a decirme que tú no me quieres. De nada valió desojarla. No le creo. Mañana voy por la Rosa. Seguro ella sí reconoce nuestro amor. Margarita no ve bien las cosas. No, definitivamente ya no ve.
B. Osiris Bocaney
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