Cada tanto, uno saca los recuerdos al sol. Con un paño limpio los embellece. A veces uno de esos recuerdos te hace sonreír y hasta reír. Hay otros que por el contrario oprimen el pecho. Después de un rato uno va recogiéndolos con sumo cuidado y los va metiendo de nuevo en la cajonera que para ese menester tiene. Y ahí descansarán de nuevo, hasta que un día, se regresa a recordar recuerdos.
Ahora mismo me pregunto, ¿Qué pasa con los recuerdos cuando el recordador se marcha y ya jamás regresa? ¿Acaso seguirán ahí dormidos, durmiendo el camino de los injustos?
Hmmm aquí me quedo yo pensando pensamientos pensantes.
Patricia Lara Pachón
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