Acostumbraba ponerle el nombre de aquellos que detestaba a las víctimas de sus libros. Les daba los tratos más ruines para terminar dándoles la peor de las muertes. El odio afloraba en cada una de sus letras y los signos de puntuación los utilizaba como si de armas mortales se tratase.
En la vida real los adulaba, los trataba muy bien e incluso en las invitaciones que solía hacerles, les daba los mejores tragos y los bocados más suculentos.
La vida le proveía de personajes, las letras le daban sus mejores víctimas.
Patricia Lara Pachón
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