lunes, 28 de marzo de 2016

Me voy



Me voy

Agarraré mis bártulos, en una bolsa de esas de la tienda, de esas plásticas y contaminadoras, de esas en las que cabe todo.  La vida entera en una bolsa plástica.  Lo demás que son sueños, recuerdos, pensamientos e incluso esperanzas; irán en mi cabeza.  Partiré hacía el poniente, el norte, el occidente... ¿a quién le importará?  ¡Ni a mí siquiera!
Patricia Lara P.

Ahorros



Ahorros

Se me pierden algunos días; generalmente son los miércoles.  No sé qué pasa con ellos, pero de un tiempo para acá (mucho por cierto) desaparecen, no existen o se van tan rápido que ni me entero.
Así como se me van los días a veces siento que se me va la vida.  Como en un sueño del que creo no quiero despertar.  No por bueno pues hay momentos de pesadillas plenas; con monstruos que me persiguen y que me quieren dañar.  Pero los sueños son sueños o los sueños sueños son, y entonces, a lo mejor... no todo se ha perdido y aún hay tiempo: No sé si me entiendo o me hago entender. A lo mejor, los miércoles son mi ahorro y un día de golpe, los recupero todos y entonces voy a poder ser y hacer todo aquello que me he prohibido siempre.
Hmmmm aquí me quedaré entonces pensando o soñando con todos esos miércoles ahorrados para poder un día tomarlos todos y...  No sé qué haría, pero si sé que cuando se dispone de un capital se invierte en ser feliz... Eso creo haría.
Patricia Lara P.

jueves, 24 de marzo de 2016

Gracias

Gracias

Bramaba de dolor y mientras lo hacía daba gracias a Dios por su vida.  Aferrado como estaba a ella prefería el dolor constante, pertinaz, soportable apenas porque le permitía saber que estaba vivo.
No podía hacer más que condolerse de sí mismo y agradecer.  Temía que si dejaba de hacerlo o en un arranque de dolor maldecía;  la vida se le apagaría como se apaga una vela ante un soplo suave de viento.
Vivir era lo que importaba.  Vivir agradeciéndole a Dios y maldiciendo a los hombres.  Destruyéndolos.  Odiándolos e incluso y muy en lo oculto envidiándolos.  Envidiaba el hecho de que no padecieran dolor alguno, de que no pensaran, de que se desplazaran por el mundo tan solo sobreviviendo mientras creían que vivían
El dolor le avivaba la ira, las ganas de vivir se inflamaban.
Vivir y agradecer era su sino.

Patricia Lara P.

martes, 22 de marzo de 2016

Hay una hora para todo



Hay una hora para todo

Despertaba y luego de estar con los ojos cerrados escuchando al mundo, lograba dormir de nuevo.  El duermevela no la dejaba descansar plenamente pero era mejor que no dormir nada en absoluto.
Todos los sonidos se magnificaban, así que a veces se levantaba de la cama como una sombra y deambulaba por la casa.  Cuando era una jovencita tenía miedo de todo.  Ahora ella sentía que los "otros" debían tener cuidado de ella pues al caminar, las sombras se apartaban dejándole como un corredor de sombras.  Iba a la cocina y miraba por la ventana el patio.  Se asombraba de la oscuridad interna y de la luminosidad tan brillante que adornaba los árboles, las rosas y hasta uno que otro gato que jugueteaba en el muro de enfrente. 
Miró al cielo y unas estrellas enormes titilaban en lo alto, la luna no se apreciaba desde donde ella estaba pero con seguridad llenaba de luz el patio y todo lo que ella miraba.
Al cabo de un buen rato de continuar parada, observándolo todo, la obscuridad se cerró de golpe.  Esperó unos minutos pues como todos sabemos, antes de amanecer la obscuridad de apropia de la noche, la hace suya.
Miró el reloj que brillaba en el microondas y faltaban tan sólo dos minutos para las seis.  Antes pensaba regresar a la cama, calentar de nuevo el cuerpo que ahora helado; luego tibio, le permitiría lograr un sueño reposado.  Pero no.  Había que retomar la vida, el ritmo de las cosas.  Ducharse y empezar un nuevo día cargado de esperanzas.
A pesar de que el dicho reza: “Todo tiempo pasado fue mejor", ella no lo cree de esa manera, no lo ha podido creer nunca.  Así que siempre espera cosas buenas. 
Se desplaza de nuevo, la luz también lo ha hecho y de la oscuridad no queda más que el recuerdo.  La noche se ha ido a dormir por los rincones y ahora plácidamente dejará transcurrir el día.

Patricia Lara P.


Mi tristeza

 Mi tristeza  Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...