viernes, 4 de diciembre de 2015

Fue una noche pésima




Fue una noche pésima, realmente.  No dormí bien. O no dormí.  Me acosté muy temprano y muy cansada.  Me sumí inmediatamente en los vapores del sueño, para despertarme y dormirme de nuevo infinidad de veces.
Algo cayó en alguna parte.  De mi casa o la de los vecinos.  Una luz entró por la claraboya del baño de los hijos y como la puerta está abierta, la veo avanzar muy rápido para desaparecer después.  Todo, en una fracción de segundo.
Veo entonces una nueva luz que llega desde el rellano de las escaleras, es tibia y titilante y angustiosamente expira ante mis ojos.
Me levanto de la cama con la curiosidad de la que quiere conocer cualquier cosa que sea.
Enciendo la luz del estar y llego a las escaleras, enciendo la de estas y bajo.  Sin miedo, sin pausa.  Mirando a todos lados, aprieto el interruptor de la luz de la cocina, de la sala y todo se ilumina sin fantasmas.
Me regreso apagando luz tras luz, mientras me desplazo hacia la alcoba.  Veo el cuarto de mi hijo; está vacío. La cama iluminada por la luna, que parece que se reclina en ella.  Yo sigo.  Abro la puerta del cuarto de la niña y percibo que duerme muy tranquila. 
Me  doy cuenta ahora, en este mismo momento que lo escribo  que no miré la hora.  Al parecer no me importó.
Llego a mi cuarto, voy al baño, tomo agua y me meto en la cama para continuar esa noche infernal de duermevela.
Me despierto empapada en sudor, pienso en tantas cosas que debo hacer "mañana".  En las nuevas cajas que debo empacar, en las cosas que debo sacar para el reciclaje.  Hace un año.  Pensar en todo eso me llenaba de cajas y de bolsas y me pesaban tremendamente en el cuello y la espalda.  Hoy por hoy.  No sé si es por el tiempo transcurrido... Siento que no son tantas.  Que he logrado aligerar la carga y hasta sonrío mientras mis ojos lloran.  No es cierto, es una forma de decir que me entristezco.  Llorar... ¿para qué?
Me duermo y me despierto y pienso en la gente que no se va de mi casa para que yo por fin pueda culminar una mudanza que lleva ya en progreso más tiempo de lo que un ser humano puede soportar sin que le lastime el alma.  Me duermo y de nuevo me despierto y sudo a cántaros y al despertarme pienso en tantas situaciones de la vida con las que nunca pensé encontrarme.  Y me duermo de nuevo y me despierto y así como una vida entera.  Desesperante. Dormir y despertar o viceversa.  ¿O un infierno será?  Todo depende.  A aquellos a quienes les gusta llegar a sitios nuevos o retornar al nido, les debe parecer el paraíso.
Ahora, ya despierta y mirando la casa alborotada; y las cajas y el desorden que baila por todos lados, me doy cuenta que es mucha vida para meter en cajas. 
Patricia Lara P.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...