martes, 15 de diciembre de 2015

El grito



El grito

Se subió al taxi.  El tráfico era infernal como casi siempre en esta ciudad tan grande y tan poblada.   Hoy por ser época decembrina era aún peor.  Al sentarse en el interior del vehículo, el ruido exterior empezó a meterse primero por las ventanas abiertas y luego por sus oídos abiertos y después en su cerebro.  A tal punto era  insoportable que de su boca empezaron a fluir, esos mismos ruidos condensados en un grito,  un grito como si de un manantial  se tratara.  Escapó inaudible al principio e infernal como el mismo tráfico después.  El conductor apagó el motor del carro sin saber qué cosa hacer más que mirarla con incredulidad.  No entendía cómo, de un cuerpo relativamente pequeño podía salir aquel aullido loco.  La gente se detuvo al instante y observaba como no paraba de fluir un ruido tal que apagaba el resto de los sonidos del mundo.

Patricia Lara P.

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