martes, 15 de diciembre de 2015

Dejamos apagar



Dejamos apagar

Y por fin llega el momento en que se hace la luz y uno se da cuenta... ¡Oh por Dios!  Que ha tenido todo, todo, todo lo que necesitaba para ser feliz.  A veces, en el camino se ha perdido y para qué llorar sobre la leche derramada.  Para qué derramar lágrimas tardías.  Para qué, para qué.
A veces aún está ahí, quizás sin estar,  estando.  Y entonces el vacío se hace tan grande por haber perdido sin perder lo que nos haría y debió haber hecho felices siempre.
A veces... Dios es tan grande... la persistencia de los seres humanos es tan grande; que se han quedado ahí soportándolo todo y teniendo una fe infinita.  Y una confianza ciega en el futuro y en que se saldrá vencedor al final.
Entonces es cuando nos damos cuenta que aún es posible y podemos vivir lo que debimos haber vivido siempre, pero que en pos de sueños, de banalidades, de espejismos dejamos pasar, agrietar, apagar e incluso y eso si dolorosamente… morir.

Patricia Lara P.

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