Dejamos apagar
Y por fin llega el
momento en que se hace la luz y uno se da cuenta... ¡Oh por Dios! Que ha tenido todo, todo, todo lo que necesitaba
para ser feliz. A veces, en el camino se ha perdido y para qué llorar
sobre la leche derramada. Para qué derramar lágrimas tardías. Para
qué, para qué.
A veces aún está
ahí, quizás sin estar, estando. Y
entonces el vacío se hace tan grande por haber perdido sin perder lo que nos
haría y debió haber hecho felices siempre.
A veces... Dios es
tan grande... la persistencia de los seres humanos es tan grande; que se han
quedado ahí soportándolo todo y teniendo una fe infinita. Y una confianza
ciega en el futuro y en que se saldrá vencedor al final.
Entonces es cuando nos damos cuenta
que aún es posible y podemos vivir lo que debimos haber vivido siempre, pero
que en pos de sueños, de banalidades, de espejismos dejamos pasar, agrietar,
apagar e incluso y eso si dolorosamente… morir.
Patricia Lara P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario