sábado, 29 de diciembre de 2012

Rapunzel final cinco


Al anochecer del tercer mes, Rapunzel tomó una decisión que cambiaría su vida. Se durmió contenta, soñando en sus planes lejos de tanto hastío. 

Al amanecer, ya cansada de esperar, recogió sus cosas en un atado y lo sujetó a su cintura. Tomó la única cortina de seda del recinto y, extendiendo sus brazos cual águila que planea por los aires, se dejó llevar por la fría brisa matinal (con el tiempo se sabría que, después de Ícaro, era considerada la pionera de los vuelos artesanales en parapente). Contempló paisajes que nunca había imaginado y voló muy lejos, tanto, que aún hoy no atina a recordar cuántos reinos sobrevoló en su huída. Ya cayendo la tarde, sus brazos ya no soportaban más y fue cediendo mientras caía en una suave picada que más bien la hacía parecer una pluma. 
En tierra, alguien la miraba con ojos de asombro , arrobada ante el brillo que los rayos del sol del ocaso le imponían a aquella cabellera… Ella, Pocahontas, dejó de llorar por la partida de su querido capitán y se entregó a la contemplación de aquella especie de ángel que caía frente a sus ojos. Corrió desesperadamente al verla caer al agua, nadó como nunca en busca de su ángel y la llevó a la orilla. Al ver que no respiraba, sollozó por unos momentos y luego, determinada a quedarse con aquel envío del Dios Sol, intentó compartir un soplo de vida con ella. En la confusión, el recuerdo del príncipe, del capitán, los deseos dormidos, la admiración por la divinidad y el agradecimiento por la vida recobrada se fundieron en un beso único y prolongado que selló la unión de estas dos princesas que vivieron felices por siempre a orillas del mar, entre conchas, arena y chapuzones a la luz de la luna."
B. Osiris B.

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