jueves, 6 de marzo de 2025

El miserable aquel

Habían vivido juntos más de 12 años. Tenían un hijo de 10 y habían vivido siempre un matrimonio tranquilo. Se llevaban bien y lo compartían todo. Acostumbraban por ejemplo ir al colegio del niño a reuniones y actividades. Parecían una pareja muy estable.

Un día el hombre le pide a su esposa ir a vivir a otro lugar para hacer unas reparaciones de la casa que habían comprado desde el principio de la relación. Ella estuvo de acuerdo, así que buscaron un apartamento pequeño en renta y ella y el niño se mudaron allí. El hombre insistió en quedarse en la casa para vigilar las obras.
Pasaba el tiempo, las reparaciones se tardaban más de la cuenta y el esposo iba cada vez más poco por el apartamento a visitar a la mujer y al hijo.
La esposa empezó a sospechar cosas y un día se fue para la casa a ver qué era lo que en realidad estaba sucediendo.
¡Y qué creen!
Otra esposa y dos hijos de unos 5 y 7 años eran la actual familia del miserable aquel.

Patricia Lara P

Infierno

 Infierno 


Sintió esa tremenda opresión en el pecho y luego también ese horrendo relámpago galopando desde el corazón hasta el dedo de enmedio de la mano izquierda. Todo eso pasó en una fracción de segundo pero en su mente fue una eternidad.
La vida se oscureció y al instante seguiente recobró la conciencia. Se vio en el suelo, babeando, en medio de un charco de vómito y orines. Quiso ponerse de pie y fue imposible. Apenas si sentía el brazo y la pierna derecha. El rostro le escocía pero no pudo ni siquiera lamerse los labios. Deseó estar muerta. Cerró los ojos con fuerza y le pidió a Dios que se la llevara.  Pero no... La vida, como la conocía había acabado y empezaba ésta otra.  ¿Otra? Intuía que era al infierno al que había acabado de  entrar.

Patricia Lara Pachón 

Su victima

 Su víctima 


Temblaba frenéticamente, casi no podía sostener en su mano izquierda el muñeco atado con fuerza, el que le había alcanzado la anciana hechicera. Y en la derecha las tres agujas grandes de cabezas negras.  Ya el trabajo estaba iniciado y había que terminarlo. Le correspondía a ella clavarlas profundamente en él.  Tenía una angustia espantosa en el alma. Era aquel muñeco la representación de quien  le había roto el corazón y por lo tanto debía destruirlo, de no hacerlo,  sería ella la que recibiría el maleficio imbuido en el objeto, y estaría condenada a amarlo por toda la eternidad.  Así que clavó las agujas con miedo primero y con saña después y pronunciando el nombre de su víctima tres veces, lo arrojó al fuego. 

Patricia Lara Pachón 

Dos reinos

 Dos reinos


Hubo una vez una reina que se dio a la tarea de recorrer reinos y reinitos buscando sin prisa y sin pausa un rey con el cual gobernar sabiamente las dos naciones. Y claro, su afán dió frutos. Ahora él gobierna el reino de ella y ella el de él.

Patricia Lara Pachón

El auto

 El auto

Deseó tanto ser un avión que en el recodo de la carretera aceleró y voló... unos segundos.

Patricia Lara Pachón 

Carbón

 Era un carbón entre las latas retorcidas del auto.  Un trozo deforme que a pesar de todo se rehusaba a expirar. Quince días después yacía entre las sabanas blancas del cuarto del hospital. Nadie entendía sus motivos, muy seguramente los tenía.


Patricia Lara Pachón 

Y me confunde

 Y me confunde


No sé cuántos años tiene aún cuando se ve muy jovencito. Tiene retraso mental pero es muy activo. Sale a caminar y a trotar y va a aeróbicos. Cada vez que nos encontramos él se alegra mucho y me saluda con efusividad.
Hoy, yo iba camino a casa y él a alguna de sus actividades deportivas. Me vió y se le iluminó la carita. Me abrazó, me dió un beso en la mejilla y me dijo que se alegraba mucho de verme. Se le notaba además la alegría. Me invitó a almorzar y me hizo prometer que iría.
Me despedí con el corazón apretado. Me sentí feliz y muy querida a pesar de que estoy segura que él me confunde con alguien a quien ama mucho.
Bueno... A mí me toca verle esos ojos felices y llenos de afecto.
Yo.
Patricia Lara Pachón 

Doctor


Este doctor cuando empezó su práctica se alimentaba de comida rápida. Pedía un domicilio diferente cada día. Al principio salía de la morgue contadas veces. Luego dejó de hacerlo y de pedir domicilios también. Sin embargo el doctor se ve sano y rubicundo.  Cada vez son menos los órganos internos de los cadáveres.

Patricia Lara Pachón 
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Morada

 Morada 


Púrpura, como una pesgua, allí está, sonriente, como dormida. Así está desde el primero de octubre, yerta, en su camastro.  Morada, así está la lengua. Morado el paladar, los labios en esa sonrisa apretada que parece decir "se los dije". A su lado, el teléfono celular con un remanente de carga deja ver la última llamada a emergencias. No le entendieron (¡no podrían!). Allí está, sonriente, como burlándose de sí misma; la mano arriba siempre, para aminorar el dolor y evitar la inflamación del brazo luego de la operación; eso funcionó completamente. De lo que no le hablaron fue de la úvula que, distendida, la ahogó en un leve ronquido nocturno y la dejó, allí, inerme y morada.

B. Osiris B.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Mi tristeza

 Mi tristeza 

Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma por el rabillo del ojo correrá  a ocultarse de nuevo sumamente apenada por dejar salir algo tan íntimo, por permitir que cualquier cristiano la avisore, la intuya.
Mi tristeza es mía y de nadie más. Egoísta como soy, ni eso comparto.

Yo 

Patricia Lara Pachón 

Con el corazón en las manos

 

Estoy haciendo fila en la caja del súper mercado. Una persona al parecer se prepara para el fin del mundo. Yo con dos cosas en la mano me desespero. Respiro profundo y escucho la voz de un hombre que habla a mis espaldas. Lo miro y noto que se siente aliviado. Me dice... Ayer le dije a mi esposa que me había casado con ella, amando a otra. Dice, los ojos de ella brillaron primero y se apagaron después. Y comentó más para ella misma que para mí... supongo. Creí que había sido por el embarazo. Me preguntó sin ganas de saberlo realmente de quién. Igual ella misma sabía que no era de su mismo grupo de amigos o conocidos. La mirada en su rostro se apagó de nuevo. 

Yo no tenía a quien decirle ésto, continúa el hombre y no quería callarlo por siempre. Ya son muchos silencios. Gracias por escuchar... Ya la llaman en la caja. Yo igual no habría sabido que decirle. Si me puse en los zapatos de su mujer y algo en mi alma también se murió de golpe.

Patricia Lara Pachón

Apacible


 Apacible


Apacible el lago, apacible el bosque, apacible el cielo. Vacío total en mi mente, en mi corazón en mi cuerpo y en mi alma.

Patricia Lara Pachón

A boca de jarro

 A boca de jarro


A boca de jarro te encuentro. A pesar del tiempo transcurrido, y de la distancia yo habría reconocido esos ojos que me miraron antaño con amor.
El cuerpo ya no es el mismo, pero el brillo de esos ojos era un faro encendido en la tormenta.
Cruzamos los caminos, las miradas... E igual que antaño, seguimos adelante... cada uno prosiguió su camino.

Patricia Lara Pachón 

Extinción

Extinción 


Y el mundo se volvió un caos. La maldad caminaba por el mundo y se vanagloriaba del poder que tenía.  Eran muy pocos los buenos que quedaban y se ocultaban en la oscuridad. Esperaban que un milagro ocurriera, que algo bueno les sucediera para volver a caminar a la luz del sol y con la cabeza en alto. Ansiaban que por fin el mundo se reiniciara para de ser posible tomar el control y hacer entonces lo correcto, corregir el rumbo y dirigir el mundo en paz y armonía.
Por algo que intuyo la destrucción era lo único posible y ojalá la especie humana en serio se extinguiera. 

Patricia Lara Pachón 

Suicida

 Suicida


La vida no le importaba, quería quitársela y al hacerlo arrancarse ese dolor terrible que le embargaba.
Caminó, trepó la ladera, llegó al risco, se asomó al precipicio vió las rocas enormes, redondeadas unas, puntiagudas otras. Apreció su caída. Se espantó con los ires y venires, con los golpes aquí y allí. Imaginó el dolor al romperse la carne primero, los huesos después.  Degustó lo que sería morir. Pensó a los cuantos totazos sucedería.
Con vida por supuesto no saldría.  Era lo que quería y había deseado desde hacía ya algún tiempo. Acabar por fin con ese dolor que le partía el alma.
Adiós mundo cruel.
-Pensó-
Entonces dando la espalda al precipicio regresó por el mismo camino tarareando.

Patricia Lara Pachón 

Que qué odio

 Que qué odio


Debo aclarar que la palabra "odio" me parece muy fuerte. Así que no hace parte de mi vocabulario cotidiano.  Debo decir entonces que no odio nada ni a nadie, pero si hay personas, cosas, situaciones que me molestan y/o mortifican.
Me molesta el olor del chocolate, aun cuando si debo admitir que como chocolatinas de ediciones especiales y con maní y caramelo.
Me dan un asco espantoso los huevos aun cuando de vez en cuando los consumo y por lo tanto también me repugnan los mocos acuosos y pegajosos (jajaja)
Los pescados, frutos de mar y el agua en la que nadan me dan así como revoltura (gas).
No me gustan las personas que hablan de los demás cuando no están.
Me da ira mala no poder usar zapatos de tacón alto.
Detesto la impuntualidad y que pongan a esperar a los cumplidos a ver si los que llegan tarde se dignan a llegar (Ni que fueran tan importantes).
No me gustan las personas que se quejan de mis hijos peludos. Mejor que no vengan a mi casa.
Sentirme enferma es horrible, no me gusta sentirme una carga para nadie.
No me gusta que fumen en mi casa, me enfermo del pechito cuando lo hacen.
Los borrachos son un asco. Perder los linderos de la decencia los hace ver vulgares.
Que me digan que Capitán está gordo me molesta mucho.
Que agarren las frutas de mi antejardín cuando aún están biches me da ira mala.
Que aún hoy después de tantos años me duela ni niña interior me da desasosiego. 
Admito que si... Me cae muy mal la gente con veneno en la lengua.

...

Patricia Lara P

Y yo no quiero

 Y yo no quiero


Y yo no quiero ver como me voy pudriendo lentamente. Como la vida se va volviendo un hilo cada vez más delgado.
No, yo no quiero.

Patricia Lara Pachón 

Las muñecas

 Las muñecas 


Encontraron a esa mujer con las muñecas llenas de sangre. Las observaron con mas horror aún al ver el cuerpo del hombre colgando cabeza abajo de la viga y aún goteando sangre en un balde enorme.

Patricia Lara Pachón 

Aquí pensando


 Bueno... Me puse a pensar que habría pasado si los españoles no nos hubieran descubierto y colonizado, y para empezar debo admitir que yo no existiría. Soy descendiente de los infantes de Lara, famosos criminales de España. Eso dicen las tías, y de africanos esclavizados, es la historia que conozco por mi abuela.

Obviamente existían los americanos de diferentes etnias y seguro habrían seguido viviendo y reproduciéndose. 
No estaríamos a la altura del otro mundo. En cualquier momento algunos habitantes de cualquier lugar del mundo llegarían a descubrirnos y colonizarnos y la situación sería la misma que ahora. 
Pero... Supongamos que nadie llegó. Que somos los indígenas de antaño. Con un idioma propio, con nuestros dioses y nuestra cultura.
Nuestra moda seguiría siendo la desnudes y el taparrabos.  Comeríamos papa, yuca y similares. ¿Ya habríamos domesticado algún animal?  ?Cuales serian esos? ¿Aun intercambiaríamos sal por plumas coloridas?
¿Las mujeres seguiríamos siendo dominadas por los machos?
hmmm yo aquí pensando...

Patricia Lara P

Va la madre

 Va la madre 

El tipejo me miró con descaro y esbozo una media sonrisa que me llenó de espanto.  No quise dejarle ver el sentimiento que me embargaba, así que lo miré de frente retadora.
Lo vi acercarse despacio como la vil víbora rastrera que era. Lo esperé con los puños apretados sin quitarle los ojos de encima.
El hombre me media. Media mis fuerzas, la posibilidad de correr estaba anulada por la pared a la que estaba recostada.
Apreté aun más las manos y los dientes. Va la madre me dije. Antes muerta que dominada o envilecida por esa basura andante.
Un destello de luz hizo brillar un pedazo metálico a mis pies. Mientras el hombre saltaba sobre mi, yo me agaché a recogerlo. Con furia se lo metí en las entrañas. 
Vi sus ojos repletos de asombro, luego los vi apagarse como un carbón sacado de la hoguera. Con mi mano ensangrentada se los cerré de un tajo. No quería seguirlos observando. Lo que menos deseaba era volver a recordarlos.
Va la madre me dije. El quiso hacerme daño y yo me protegí.  Fue en defensa propia.

Patricia Lara Pachón 


Fuera de contexto

  Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos....