martes, 28 de septiembre de 2021

Mi única salida

 

Empecé a sentir su hedor. Era insoportable. Le brotaba de los poros. Abría la boca y era peor que el olor de un pozo séptico, de un cadáver en descomposición.

La gente al parecer no lo notaba. Caminaba entre ellos y yo no percibía el disgusto que a mí me embargaba al tenerlo a mi lado.
Cómo era posible que nadie más enloqueciera en su presencia.
Tuve entonces qué hacerlo. Matarlo y que finalmente se convirtiera en la piltrafa que yo percibía.
Matarlo y que de esa manera todos pudieran sentir por el lo que yo sentía.
Matarlo era mi única salida.

Patricia Lara P

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristal rajado

  Cristal rajado  Una ventana grande, grande, vidrios empañados por la mugre de años. Grasa, sudor, agua, sal, polvo; todo tan empegotado qu...