De madrugada
De madrugada, cuando las aves trinaban
yo cantaba para mis adentros
y reía con los ojos y los oídos
-porque, cuando se presencia tanta belleza,
uno puede reír con lo que le dé la gana-
y pensaba en mis miedos del día a día,
que cada trino volatilizaba,
cual mariposa de cenizas
que se disipa al emprender el vuelo.
De madrugada, cantan mis temores,
revoloteando alrededor cual nubarrón de nocturnas polillas;
las aves, silenciadas por el tiempo,
callan
o susurran débiles trinos.
Y busco mi voz cantora en mis adentros
Y lloro con el pecho, con mi vientre,
¡con mi cuerpo todo!,
-porque, cuando te ahoga tanta tristeza,
puedes llorar con lo que le dé la gana-
y me aferro al lejano trino de las aves madrugadoras,
cuya melodía avizora la esperanza de un nuevo amanecer.
Suspiro agradecida
y vuelvo a sonreír con los oídos,
¡con el alma!
B. Osiris B.
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