martes, 28 de septiembre de 2021

Ficción o realidad

 El bus de Ventura


Recuerdo que al día siguiente de salir a vacaciones. A eso de la una de la tarde, mis hermanos y yo. Muy pequeños aún y ocupando dos de los puestos consecutivos, muy seguramente los de la primera fila al lado del conductor al que éramos encomendados, viajábamos rumbo a Arauca. Un pueblo en el ombligo de dos cordilleras y atravesado de lado a lado por el río Cauca. Calles polvorosas, calor constante y pobreza general. La experiencia del viaje era terrible. Un recorrido hoy de unos 45 minutos, tardaba en aquella época unas 6 horas. El ruido del motor, el olor terrible a gasolina, el sudor de las gentes, la fetidez en general de las personas. Me hacían vomitar constantemente.
Todo el tiempo miraba la ventana esperando por fin observar las primeras casas del pueblo. Vista que me llenaba de regocijo pues la casa, los brazos, y la hermosa sonrisa de la abuela eran el premio. 
Abuela, "bendición" -decíamos- y ella con esa sonrisa hermosa y acompañada esta con el gesto de su mano nos santiguaba.
Eran algo así como tres meses de alegría. 
No tengo en mi memoria el retorno a la casa materna. Imagino que era el mismo Ventura que nos llevaba en igualdad de condiciones a Manizales.  Imagino el vómito de nuevo, el olor a gasolina y la rutina que nos esperaba. Y claro... El deseo de nuevas vacaciones aun a pesar del bus de Ventura.

Patricia Lara P

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...