Los fantasmas se agolpan
caminan libremente
por los cuartos
de aquella casa
grande y polvorienta.
No atraviesan
paredes,
no flotan en el
aire sucio,
no tienen rostros
espantadores;
solo tienen manos
huesudas
y ojos brillantes y
febriles.
Los ven caminar a
veces raudamente,
otras tan lentos
que no parecen moverse siquiera.
Los oyen murmurar
frases,
palabras
entrecortadas,
rezos obscuros.
Los habitantes de
la casa;
pasan al lado de
ellos y se persignan,
la señal de la cruz
les impide acercarse de más.
Pero están ahí
esperando el
momento de saltarles adentro.
de apoderarse de esos
cuerpos cálidos,
para poder salir;
para lograr vivir
vidas ajenas
para poder entregar
esos besos no dados.
Los fantasmas;
se arrepienten;
ya es tarde.
Patricia Lara P.