miércoles, 7 de octubre de 2015

Enemigos





Entonces los enemigos; sentados frente a frente recuerdan los tiempos idos.  Beben una copa, se miran a los ojos y se dicen cosas como  si amigos fueran o lo hubiesen sido en algún extraño momento de sus historias.
El odio los ha unido tanto, que ahora si se faltaran, se extrañarían mucho.  Guardarían luto cerrado el uno por el otro.  Derramarían más lágrimas de dolor que por aquel amor de siempre, el de todos los días, el que creció y muy seguramente morirá con ellos.
A veces la certeza del odio es tranquilizadora.  Pues uno sabe que nunca puede bajar la guardia frente a su enemigo declarado. 
En cambio; hay unos que se hacen, se dicen, se declaran amigos y sin embargo, son de los que se debería desconfiar realmente.

Patricia Lara P.

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