Y entonces don Mimoso
se me aproximó
posó cuidadosamente su nariz en la
mía
y me observó.
A lo mejor pensó;
si Ella abre los ojos salto,
corro
y me voy.
Me quedé quietecita
Tanto… tanto señor
que yo contuve incluso la
respiración.
Y entonces don Mimoso
posó con suavidad sus manos en mi
cara
y me miró curioso,
a lo mejor pensó
si Ella abre los ojos salto, corro y
me voy.
Yo sonreí por dentro
y fingí dormir; si señor.
Entonces don Mimoso
sacó un tanto las uñas
e hizo el mohín de herir.
Yo abrí un poco los ojos y lo miré
sufrir
no pude contenerme y fue cuando sonreí.
Y entonces don Mimoso
un tanto enojón
me dio un pequeño golpe, maulló
alegando hambre
y sin más él partió.
Lo miré con los ojos muy llenitos de
amor
lo vi pararse un rato; en la puerta
esperar
levantando la cola y tratando de
hablar.
Y entonces don Mimoso
al ver que no había de mi parte alguna
reacción
se regresó furioso
de un salto se trepó en la mesa de
noche
y empezó con fruición y con saña
a arrojar al piso mis objetos señor.
Me tocó levantarme
decirle por favor
no, eso no se hace... no señor
e ir a la cocina a darle de comer y
beber
al mandón.