Benditos, tus ojos,
los de escuchar mis silencios
dormidos en la quietud
de este ruido mundanal.
Benditas, tus manos,
que consuelan mis sueños
raídos y me arrullan
en mil cantos
para volver a soñar.
Bendita la savia
que mana de tu alma…
… y se hace palabra…
… y me nombra
para dar sentido a mi vivir.
Benditos tus labios
cálidos, silentes
y solidarios
que recorren junto a mí
el camino de una existencia
que apenas puedo comprender
y que me agobia.
Bendita, mi lengua
que esgrime palabras
tendiendo mil puentes
entre mis anhelos
y los tuyos
para amarte como siempre,
para nacer otra vez.
B. Osiris B
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