No es que el amor se acabe; no señor.
Lo vamos ahogando con reproches
con inseguridades.
Y es que damos tan poco oh Dios mío
que lo que recibimos nos asusta
nos parece un tanto sospechoso.
No es que el amor se acabe; no señor
lo apachurramos tanto
lo manoseamos tanto
que arrugado, ajado y viejo
se muere en un rincón.
No es que el amor se acabe; no señor.
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