lunes, 25 de octubre de 2010

Pero no quiero

Estoy ahí; recostada en mi padre. Él sentado en su trono y yo a sus pies, el juguetea ensortijando mi cabello. Lo noto pensativo pero no digo nada. Para mí es un gusto estar sentada así con él en silencio.

De pronto él me dice:

-Debes irte.

-¿Irme... a donde?

-A la tierra, allí tendrás familia. Madre, padre, hermanos. Y al crecer tendrás hijos, esposo.

-Yo no quieroooo; replico, arrugo la nariz y hago un puchero.

(Él me ama y sé que le duele verme triste, así he logrado permanecer a su lado más que cualquiera)

-Esta vez no lo lograrás querida. Ya está dispuesto.

-Pero no quierooooo.

-¡Olvidas que soy Dios y a Dios no se le contradice!

-Ahora no eres Dios, ahora eres mi padre y como padre que eres debes dejarme hablar, debes dejarme explicarte mis motivos.

-¿Y cuáles son esos motivos?

-Mis motivos son muchos, tantos que creo que me tardaré expresándotelos.

-No tienes mucho tiempo querida; así que dime lo que tienes que decir y parte.

-Esa no es la idea mi querido Dios. La idea es que al decirte lo que tengo que expresarte permitas que me quede para siempre a tu lado.

-¡Argumenta entonces y rapidito! Tengo prisa.

-Bueno mis motivos son: Hmmmmmmmm. Uno o primero; me harás falta y dos o segundo yo te haré más falta aún.

-¿Sólo esos?

-¡Nooooo, por supuesto que no!; te diré que me gusta sentarme como ahora; así a tus pies, que me gusta que me acaricies el cabello y me hagas hermosos bucles, que me gusta mirarte, que me gusta saltar entre las nubes, que disfruto ocultándole las llaves a San Pedro, el bastón florido a tí, padre, el manto a tu santa madre, el niño a San Antonio y la escoba a San Martín; y que río y lloro viendo a las almas salir felices del purgatorio. Te diré que me encanta escucharte orar y pensar que la obra que hiciste es buena aún cuando a veces algunos seres humanos pecan y caen en tentación y juran en tu nombre en vano y...

-Aún no me convences.

-Te diré que tengo miedo, que no quiero ir al mundo a sufrir, que se dé muy buena fuente que hay madres que maltratan a sus hijos e incluso los asesinan, que hay algunos padres que abusan de sus hijos, que la gente roba, mata, comercia cuerpos y almas y hasta drogas.

-Lo verás todo, te enterarás de muchas cosas, hija mía, pero será tu aprendizaje y no sufrirás tú en carne propia ese tipo de situaciones. Yo mismo me encargaré de cuidarte, de velar por ti y de hacer que seas feliz mientras dure tu estancia en la tierra.

-Pero no quiero dejarte aquí solito y para mí no eres Dios, eres mi padre y no puedes obligarme.

-Sabes que puedo pero no quiero, así que se buena y parte. Ya tengo destinada para tí, una hermosa familia. Serás amada en la infancia y tendrás todo lo que necesites. Y al crecer te daré un hombre bueno que te cuide y que cuide de sus hijos –tus hijos- los cuales te llenarán de orgullo y alegrías y serán felices para siempre.

-Pero no quiero dejarte, no quiero olvidar lo que he vivido aquí a tu lado, no quiero dejar de recibir tus caricias amorosas.

-No dejarás de hacerlo.

-¿Y cómo será eso? Ya no estarás ahí.

-Estaré ahí siempre, no lo dudes.

Guardamos silencio un rato, y me fui adormilando pues adoro me acaricie el cabello, lo ensortije.

De pronto me despierto y una voz infantil dice a mi lado: “Ese teterito era mío pero; "gas…" que se lo coma ese niño”

Abro los ojos, me asusto mucho pues me gusta ser niña y pronto me doy cuenta que ya lo soy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...