martes, 5 de octubre de 2010

La creación

Caminaba descalza por la arena, no estaba sola pero era como si lo estuviera. No le importaban las gentes, ni grandes ni chicas, ni los animales, ni las plantas marinas arrancadas del fondo del mar por corrientes embravecidas que al llegar a la playa se enredaban en sus tobillos. Estaba tan embebida en si misma que habría podido surgir un huracán y llevarla volando por los aires y no se habría enterado. En ese momento solo existía ella, no había bonito ni feo, calor ni frío, hambre o sed. Solo existían ella y sus pensamientos. Importantes o no siempre habían sido "sus pensamientos", propios. Quizás era de lo único que se sentía dueña absoluta, aun cuando siempre estaba compartiéndolos, comentándolos, divulgándolos. No lo hacía por maldad o falta de seriedad, solo era su forma de mantener contacto con la realidad de la cual muy seguramente escaparía si no lo hiciera. Ella pensaba que eran su cordón umbilical con el mundo exterior.

De pronto algo llamó poderosamente su atención, un alma igual a la suya caminaba hacía ella. En el momento en que lo percibió notó con asombro que era observada por el otro. Fue como si sus pensamientos chocaran y se mezclaran enloquecidamente y un mundo nuevo fuera creado en ese instante. Una nueva galaxia hacia su aparición.

Un calor extraño la embargó pero no fue en todo su cuerpo, fue en su centro, abajo de su abdomen. Curiosamente sintió que el rubor subía a sus mejillas y alejó la mirada. ¿Sería ese el mismo sentimiento que embargó a Eva después de comer el fruto prohibido? Porque eso fue lo que sintió y deseo al ver aquel hombre caminar hacia ella. El universo nuevo les pertenecía. No había en ese mundo nada más que esos dos seres que caminaron por la arena tomados de la mano absortos en pensamientos compartidos.

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