miércoles, 14 de abril de 2010

Argumentos válidos

Acabamos de llegar a vivir a Medellín. Época del famoso fenómeno del niño hace 19 años. Un calor espantoso me acompañaba todo el día y toda la noche, digo me pues la única que se quejaba y re-quejaba era yo. Me tiraba al piso de baldosas frías y desde ahí decía con acento lastimero; esto no lo voy a soportar, me voy a volver loca.
Mujer de tierra fría y aún así a medio vestir y llegar a esta tierra que ya parecía la quinta paila del infierno, era casi un suplicio.
Mi niño de tres años tenía su alcoba grande y con todos sus juguetes pero se resistía a dormir solo en ella. Así que yo me la pasaba de un cuarto al otro toda la noche. Me acostaba con el niño, luego casi sonámbula regresaba a mi cuarto y luego el niño llamaba y yo regresaba a él, dormida para al cabo de un rato regresar de nuevo al mío.
Una noche cansada ya de tanta caminadera, de no dormir casi nada, aún cuando para hacer los recorridos poco me despertaba; grité, pataleé y juré que el jueguito se había acabado. El niño desde ese momento y hora por más que llorara no encontraría respuesta posible. Lo único que me faltó fue jurar que "nunca" más volvería dormida a su cuarto y viceversa.
Llega la noche, acompaño al retoño al suyo, lo ayudo a ponerse su pijama, lo meto en la cama, le doy su beso de buenas noches, espero a que se duerma y voy a mi cama. No llevo mucho rato durmiendo cuando escucho "Mamaaaaaaaá". No digo nada, no articulo palabra alguna y hago como que duermo. Mi hijo llega hasta mi cama y me llama. Nada, yo no digo nada. El continúa llamando y empieza a llorar. Muy molesta lo recrimino, le digo que ya hablamos el tema y que no volveré a dormir en su cuarto, que tendrá que dejar de llamarme pues no lo escucharé. Le digo la cháchara de siempre; que es grande, que agradezca a Dios por tener su cama, su cuarto y tanto amor, etc. El continua sordo a mis comentarios y en la suplica.
Me levanto de la cama molesta, llena de rabia y de frustración lo llevo al cuarto, lo meto en la cama y le prohíbo articular palabra.
Mi esposo mientras, aguanta callado todo el proceso. Se que no está de acuerdo con mi decisión, pero no es él, el que sufre las desveladas noche a noche.
Regreso a la cama, me meto entre las cobijas dispuesta a dormir desde esa noche sin mas interrupciones y escucho desde el cuarto de al lado casi en un murmullo el siguiente comentario: "Claro, ellos que son grandes duermen acompañados y yo que soy chiquito tengo que dormir solito y con este miedo que tengo".
Yo no corrí al cuarto a acompañarlo. Me mantuve en mi palabra; con dolor en el corazón, pero le di un codazo a mi marido para que fuera a acompañar el niño.
¿Con esos argumentos quién dice ni mu?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...