sábado, 20 de septiembre de 2025

Ella

 

Ella
Un día, en medio de su desesperación se vistió como siempre pero no tan como siempre. Lo hizo como en automático. Se levantó, preparó el desayuno y las loncheras, llevó las niñas a la escuela. Las besó como siempre pero olvidó decir que las amaba. Llevó a su esposo al trabajo y luego lo pensó mejor y le permitió quedarse con el auto. Al irse lo miró como al descuido y con dos dedos le arrojó un beso. Metió las manos en el bolso y sacó la billetera. Vio adentro y tenía una suma de dinero insospechada. Un fajo de billetes, dos tarjetas y algunas monedas. La cédula de identidad e incluso un viejo carné de vacunas. Sintió que era otra vida y apretando los billetes en la mano, los introdujo al bolsillo del pantalón. La cartera con todas sus pertenencias fue arrojada en un basurero cercano.  Caminó en dirección contraria a su lugar de trabajo, y no se paró ni un instante. La calle céntrica la condujo a otra más silenciosa y menos concurrida y está a una carretera poco transitada. Levantó la mano pidiendo un aventón y un auto paró y se ofreció a llevarla a un pueblo cercano. Ahí compró un par de mudas de ropa y unos tennis. Se comió un paquete de rosquillas y un refresco. Tomó un bus hacia el sitio más lejano que se podía y durmió a ratos. Se bajaba en alguna de las paradas, iba al baño y comía algo. Llegó a un pueblo en la costa. Se sentó en el parque y averiguó si había algún sitio que le rentara una habitación. Durmió de golpe dos días seguidos. Se despertó, se dió un baño en el mar y regresó a su cuarto. Preguntó si había forma de conseguir un empleo. El dinero se agotaba y ella estaba comenzando una vida.  Un pescador le ofreció un canje, cama y comida por realizar labores varias. Siendo contadora de una pequeña empresa no estaba acostumbrada a realizar cierto tipo de trabajos. Pero ahora era ella otra y se le midió al reto. Cada día dejaba más atrás a la empleada, esposa y madre y se convertía en ésta mujer curtida por el sol y con las manos callosas. Se enamoró de un hombre cálido que vivía del mar. Manos enormes, espalda ancha y un pecho en el que la cabeza de ella se recostaba tranquila.  Tomados de las manos veían transcurrir la vida repleta de amor.

Patricia Lara Pachón 


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El tiempo

 El tiempo


Y se fue
Cuando lo cotidiano
Aún no había destruido ese amor puro
El tiempo
Que todo lo acaba 
También 
Todo lo embellece
Y ella se fue cuando más la amaba
Y ahora el sufrimiento atroz lo embarga
Debió haberse ido
Cuando lo cotidiano hubiera adormecido el amor
Y su partida 
Hubiera sido un descanso 
Un respiro.

Patricia Lara Pachón 


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Él

 Él 


De pie, en la calle frente al cementerio. Talla mediana, piel cetrina, ojos translúcidos como el almibar, labios bien formados, nariz aguileña. Las manos fuertemente apretadas a las correas del morral que lleva a la espalda. Parece una bella estatua de piedra.
Se me queda la imagen grabada en la memoria y siento que solo yo he podido verlo. Es una aparición del muchacho que falleció en la vía y que ahora mismo incineran. 
Él lo sabe, sabe que la vida se le acabó de golpe. Literalmente un golpe que le rompió los huesos y que de un tirón le arrancó el alma.
Él, está ahí... Estático. Soñando sueños que ya no podrán ser. Ya no tendrá una esposa, ni unos hijos, tampoco tendrá una casa; el huerto con el que soñó ya no estará. No agarrará la tierra entre sus manos, no podrá apretarla entre sus dedos y verla caer entre las eras que tendrían cebollas, zanahorias y apio. Cilantro y remolachas.
Sus sueños, se murieron de golpe... Como él.

Patricia Lara Pachón 

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domingo, 14 de septiembre de 2025

Fuera de contexto

 

Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos. Me ha sucedido en carne propia. Y en casos como esos hay que preguntarle a la persona o ir a las fuentes, no limitarnos por lo que otros bien o mal intencionados nos "cuentan".  Por eso, no comparto cosas que desconozco, o lo hago saber para que cada quien actúe en concordancia. 
Actuar desde el odio tampoco creo que sea lo correcto pero también creo que cada quien da lo que tiene. 
Buen día.
Dios cúbrenos con tu manto.
Patricia Lara Pachón


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No diré nombres

... y éste señor cuyo nombre no voy a nombrar. En su momento recuperó el país para nosotros. No para él, para nosotros. Para que pudiéramos salir de nuestras ciudades y recorrer la patria entera, ir por dónde quisiéramos sin el temor que hoy, de nuevo tenemos de ser secuestrados o asesinados. 
Después de mucho tiempo nos devolvió la tranquilidad, muchos nos pusimos en la tarea de mejorar paulatinamente el entorno, los empleos nos dieron también más oportunidades. Nuestro país florecía. Y la memoria de los que vivimos todos esos dramas no se transmitió a los hijos, y ellos empezaron a creer como sucede casi siempre, que los padres estaban equivocados. Y decidieron enmendar el "error" creyendo en argucias de asesinos, secuestradores, narcotraficantes. (Me pregunto, ¿Cómo esperaban que las cosas salieran bien viniendo de donde venían?)
Pero la realidad es que ignoraron lo que se les advertía y ahora estamos todos inmersos en este caos que solo nos conduce a la ruina. 

Patricia Lara Pachón 



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El tornado


El tornado

Viana llegó a la calle ochenta y ocho y se sorprendió tremendamente.  Habían allí otras varias Vianas. Mujeres exactamente iguales a ellas. No entendía qué pasaba. No entendía porqué ni como había llegado hasta allí. De pronto el silencio comenzó a ser audible, los murmullos se hicieron palabras y luego gritos. En ese momento la calle estaba llena. Para ser más claro el asunto, ninguna de las Vianas había fallecido por lo tanto no debía haber llegado una "nueva". Los habitantes de la calle la miraban asombrados y se observaban entre sí, sin parpadear siquiera.
Un viento helado a pesar del clima maravilloso que casi siempre se sentía en la calle ochenta y ocho, empezó a barrerla y del cielo descendió un pedestal magníficamente elaborado. Este se posó pesadamente en el patio de la casa de Viana. Los habitantes de la calle ochenta y ocho avanzaron, entraron a la casa y llegaron ante el objeto. 
El viento cada vez más frío empezó un giro constante sobre la recién llegada. Un pequeño huracán la fue elevando por los aires. Viana, con los ojos desorbitados, la boca abierta, las manos apretadas en el pecho, contuvo las ganas de gritar que se ahogaron en su garganta. De pronto fue elevada por los aires y depositada sobre el pedestal, el cual se cerró por sus tobillos impidiéndole cualquier movilidad. Viana como una llamarada destelló en reflejos rojos y dorados y luego se apagó quedando convertida en una estatua de carbón, una enorme presión la cobijó completa y un brillo diamantino surgió.
Viana convertida en un piedra preciosa azul brillaba y refulgía.
Los Octavios y Vianas entendieron que de esa manera había sido "corregido" el error. Fue como un llamado a la cordura el hecho de sentir que debían inaugurar la estatua. Finalmente era la primera vez que algo tan dramático sucedía.  Casi todos estuvieron de acuerdo en hacer un brindis, e institucionar la fecha del primer error en la calle y conminaron a Octavio a realizar un brindis y cortar la cinta roja con la cual fue envuelta la "estatua".
Únicamente Viana, su antecesora se negaba a participar de la actividad. El solo hecho de pensar que habría podido ser ella le ponía la piel de gallina.

Patricia Lara Pachón 



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Miércoles

 

Miércoles 

Hoy pensaba que desde hace muchos años se me perdían los miércoles. Me parecía muy extraño porque los he sentido como el mejor día de la semana. Así que tomé la decisión de pensar en esos días extraviados como ahorrados.
Hoy por hoy entiendo el motivo. La vida me preparaba para estos miércoles, y con el ahorro que tengo me durarán hasta que se acaben jajajaja.

Patricia Lara Pachón 


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domingo, 7 de septiembre de 2025

No nací en Balandú

 

No nací en Balandú 

Un día cualquiera y sin esperarlo realmente, recibí una invitación a participar en un taller de escritura creativa, -era el momento adecuado- ya no habían niños para cuidar y atender, ni adultos para lo mismo. Ya podía disponer de mi tiempo con un poco más de libertad. Ahora podía dedicarme a consentir a todas las mujeres que me habitan.
Llevaba escribiendo prácticamente por "mi cuenta y riesgo" muchos años y amaba hacerlo, pero sentía que participar en talleres de escritura me ayudaría a mejorar mi proceso creativo. Contar con alguien que conociera el tema, que estuviera dispuesto a compartir conmigo y con un grupo sus conocimientos.  Afortunadamente fui invitada por el Aeropuerto Olaya Herrera a una actividad que me permitió entrar en contacto con personal del parque biblioteca Manuel Mejía Vallejo.
Daniel Tobón fue el encargado de dictar el taller y fue el personaje que me introdujo al mundo de Balandú. El fue un gran maestro, pero muy pronto fue trasladado a  otra biblioteca. El nuevo profesor -asi me gusta llamarlo- Carlitos, llegó pisando fuerte, y en poco tiempo se robó el cariño de todos nosotros sus alumnos.   Él, que se hace llamar, "un man cualquiera", transmite su sapiencia con entrega genuina. Corrige con argumentos sólidos, aconseja como nadie, da ideas. Disfruta, y estoy segura que lo hace. Disfruta nuestros escritos y nuestra compañía. Nos hemos convertido en una familia, en la cual se abraza a cada recién llegado para que se sienta lo más pronto posible un miembro más, un vecino más.
En el proceso Carlitos nos propuso entonces crear nuestro propio Balandú u otro Macondo y ha sido una de las cosas más maravillosas que han sucedido en mi vida. Imaginar que puedo escribir un cuento largo cuando yo pensaba que las historias cortas eran mi forma de plasmar mis ideas, crear personajes que son mis hijos y lugares que son mi propio hogar. Entender desde mi corazón cada detalle de mi: "Calle ochenta y ocho" me hacen sentir viva y feliz.  Llegar del taller a mi casa, con una sonrisa grande y con ideas bailando en mi cabeza, con los dedos dispuestos a teclear hasta plasmarlas y lograr que éstas capten la atención de los habitantes de Balandú y otras personas más, en un futuro cercano, es un sueño risueño.
Desde siempre los miércoles fueron mi día favorito, y ahora lo entiendo... La vida me preparaba para éstos, los de hoy, los actuales.
Gracias profesores Daniel y Carlitos, gracias mis queridos amigos, gracias Biblioteca Manuel Mejía Vallejo, gracias Balandú por haberme permitido ser una vecina más de éste pueblo fantástico.
No nací en Balandú, pero he ido crecido ahí, y será por siempre uno de mis lugares favoritos.

Patricia Lara Pachón 




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El tiempo

 

El tiempo
Y se fue
Cuando lo cotidiano
Aún no había destruido ese amor puro
El tiempo
Que todo lo acaba 
También 
Todo lo embellece
Y ella se fue cuando más la amaba
Y ahora el sufrimiento atroz lo embarga
Debió haberse ido
Cuando lo cotidiano hubiera adormecido el amor
Y su partida 
Hubiera sido un descanso 
Un respiro.

Patricia Lara Pachón 


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Las letras

 Las letras 


Alguna vez
Hace muchos años 
Solo se conocían las letras habladas
Luego alguien empezó a hacerlas escritas.
Un día las letras escritas 
Se hicieron amigas
Se fueron acercando 
Con timidez 
Y luego danzaban alegres
Al calor de las llamas 
Y empezaron a ser palabras y luego frases
Y abrazándose 
Se volvieron cuentos 
Y poemas.

Patricia Lara Pachón 


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El fin del mundo

 El fin del mundo


Y se decidió a ir al fin del mundo. Debo aclarar que el fin del mundo tuyo, no es el mismo mío; ni el de nadie más. Es como pienso yo, personal e intransferible.
Y se compró un rancho que bien pudo alquilar o adquirir sencillamente llegando.
Y se instaló allí pensando en sentarse a mirar al cielo y esperar.  Aún no sabía que, pero esperar.
Y empezó a ver qué habían muchas cosas por hacer y acostumbrada a no dejar las manos quietas empezó a hacer.
Y descubrió que podía esperar haciendo, construyendo, creando.
Y la tristeza se fue disipando en la espera.
Y cuando menos lo pensó, la vida se había instalado en ella de nuevo.
Y vivió.

Patricia Lara Pachón 




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Cristal rajado

  Cristal rajado  Una ventana grande, grande, vidrios empañados por la mugre de años. Grasa, sudor, agua, sal, polvo; todo tan empegotado qu...