Escanció el resto del brebaje en la copa y lo bebió de un sorbo. Todo se diluyó en un vapor cálido. Floto sobre su cuerto inerte y se fue alejando. Vio la luz y se acercó a ella, recordó que no era al sitio al que estaba dispuesto a ir -siempre pensó en eso- Así que dio la vuelta y desando el camino. Se reconoció de nuevo estático. No paro a mirarse ni a repensarse. No se planteó nada. Vio la boca negra que se abría y que lo engullía y siguió adelante, era el sitio al que quería llegar -fue lo que pensó siempre-
No encontró nada ni a nadie. El famoso demonio brillaba por su
ausencia y todas las almas en pena que esperaba encontrar no existían o no
estaban.
Se sentó a esperar y esperó tanto que de tanto esperar; desesperó.
Se giró a un lado y al otro, se rasco el cuello y la espalda y se estiro.
Dio un salto y cayó al suelo.
Que sueños tan extraños da beber en
exceso.
Patricia Lara P.
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