Definitivamente debí haber matado un cura en la otra vida... ¡cual cura! Seguro entré a un monasterio o un convento y no dejé títere con cabeza o como dicen otros, acabé hasta con el nido de la cucaracha. De otra forma no me explico cómo es que tengo tan mala suerte.
El otro día iba caminando y me torcí
el tobillo, al caer me encontré un boleto de lotería, lo recogí esperanzado y
tenía el número ganador. Fui a cobrarlo y me entregaron el dinero peso
sobre peso. Al salir, pensé que me
estarían esperando los ladrones. Pero no. Logre llegar a la casa
sano y salvo. Bueno, con dolor en el tobillo, pero alegre por el dinero que
había encontrado. Pensé qué hacer con él y decidí comprar primero la
casita. “Es que tener casa no es riqueza pero no tenerla es mucha pobreza”.
Así que busqué en el periódico y me encontré una ganga. Y claro, la
compré. Luego decidí adquirir un carrito y como a pedir de boca
estaba. Incluso en mi color favorito. Blanco reluciente.
Luego decidí que era hora de invertir y compre acciones y subieron y
subieron. Cada momento tenía más dinero del que había encontrado
inicialmente. Pero yo tengo muy mala suerte. Así que decidí buscar
el amor para tener una familia y encontré una mujer como me la formuló el
doctor y claro al cabo de menos de un año teníamos un hijo sano y hermoso y en
dos años dos hijos que vinieron a alegrar la vida de mi esposa y la mía.
Pero yo tengo muy mala suerte. Luego de un tiempo mis hijos crecieron,
se graduaron de las carreras que quisieron estudiar, se casaron y tuvieron sus
propios hijos, mis nietos. Igual que ellos sanos, inteligentes y
hermosos. Pero yo tengo muy mala suerte. Así que ya viejo, morí al
lado de mis seres queridos heredándoles una gran fortuna. Lástima que yo
fuera un hombre con tan poca suerte. Ya que si no hubiera sido por eso me
habría enterado de lo afortunada que fue toda mi vida y de lo feliz que fue.
Patricia Lara P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario