viernes, 15 de marzo de 2013

Tropical

Amaneció, como siempre, un sol radiante. La brisa matinal se coló por la ventana y le arrancó el último resuello de sueño. Patricia se levantó, miro el calendario descorazonada y, suspirando, emprendió camino a la ducha. Mientras se acicalaba intentó arrancar de su piel tantos miércoles que hoy ya sentía adheridos a su dermis cual parásitos detestables que amenazaban con consumirla en tantas rutinas repetidas. Y lloró. Lloró sin ánimos, como todos los otros miércoles de las últimas diez semanas. Arrugadas, alma y piel le hicieron abandonar el cuarto de baño.

Al salir, decidió que no sería igual a los otros, no por llamarse igual debía ser igual de rutinario: no secó su cuerpo y caminó por el departamento hasta que no había rastros húmedos en él. Con pausa, abrió el refrigerador y con algunas frutas frescas se vistió de jueves y salió, calle abajo, con una sonrisa en su rostro y la frescura de madre natura impregnada en su existencia.

El cuadragésimo quinto miércoles consecutivo dejó de ser hastiante para Patricia y se convirtió en una fiesta tropical con olor a frutas maduras. Y ya no le importó ver el almanaque en cada amanecer.


B. Osiris B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...